Editorial Política

Estrategia anti Covid-19 solo fue para el Perú formal

Pese a cuarenta se disparan contagios y se profundiza y recesión

Estrategia anti Covid-19 solo fue para el Perú formal
  • 18 de mayo del 2020

Es evidente que los problemas acumulados en el sistema de salud durante décadas tienen que ver con el evidente fracaso en la contención de la pandemia en el Perú. Es evidente también que la irresponsabilidad del Ejecutivo –inmerso en una guerra política sinsentido y en la búsqueda de popularidad– que ignoró la urgencia de comprar pruebas moleculares, respiradores y equipos de protección especial a tiempo, no obstante los ingentes recursos con que contaba, tiene mucho que ver con el devastador resultado: cerca de 100,000 infectados, una letalidad cuestionada (los informes regionales dan cifras mucho mayores de fallecidos) y un sistema de salud totalmente colapsado. 

Y en medio de este panorama aterrador, enfrentaremos una recesión que superará la caída promedio mundial, que desplomará el PBI en más de 12% en este año y que significará tres millones de pobres más en el país. En otras palabras, a fin de año tendremos alrededor de nueve millones de peruanos en pobreza, y esta lacra social afectará a cerca del 30% de la población. Un retroceso de una década. Devastador.

Un Ejecutivo ineficaz en la contención de la pandemia nos ha llevado a esta terrible situación. Sin embargo, hay un hecho que merece subrayarse: una de las razones de ese fracaso es que la estrategia solo fue para el Perú formal, para la sociedad mesocrática y las clases medias más consolidadas. El Perú informal, los mercados emergentes y millones de emprendedores, nunca fueron considerados en la estrategia anti coronavirus. Muy por el contrario, esos sectores fueron constantemente acusados como los responsables de la propagación del virus porque tenían que salir a vender y comprar diariamente, porque sus ingresos apenas alcanzan para la jornada y carecen de refrigeradores.

Si más del 60% de la sociedad y la economía es informal, ¿cómo puede funcionar una estrategia elaborada para la minoría de la sociedad? Guardar cuarentena y dejar de trabajar por más diez semanas solo es posible para las clases medias y sectores altos consolidados. Imposible para las sociedades informales. No es extraño entonces que la pandemia siga teniendo como epicentro a los sectores populares de los conos de Lima, no obstante que el virus se importó los viajeros internacionales de los barrios mesocráticos. Algo parecido sucede con las sociedades informales de Loreto, Lambayeque, Pucallpa, Piura y otras zonas emergentes del Perú.

El Ejecutivo y el Estado, entonces, solo tuvieron una estrategia sanitaria para el Perú formal porque no conocían al país informal. La convocatoria a los sociólogos ideologizados de izquierda solo agravó el problema. Pero la informalidad no solo desbordó la autoridad del Estado en la cuarentena, sino que hizo imposible distribuir adecuadamente la ayuda social. Los ministerios ideologizados –creados en nombre de los pobres, las mujeres y los niños– no tenían padrones, direcciones ni menos conocían las condiciones sociales de los ciudadanos que debían recibir los bonos y la ayuda social.

A diferencia de Chile, Colombia, Argentina, Uruguay e incluso Brasil, la informalidad le jugó una mala pasada al Perú. Pero más grave todavía fue la incomprensión y la ceguera ideológica de las autoridades del Ejecutivo. Por todas estas consideraciones, hoy más que nunca el Perú debería estar en condiciones de desarrollar una amplia convergencia nacional para enfrentar la informalidad, la existencia lacerante de dos países: uno formal y otro informal; uno moderno y globalizado y otro emergente, pero excluido de los derechos y la legalidad.

Y quizá lo primero que habría que comprender es que los pobres del Perú no son informales por asuntos culturales o de idiosincrasia –como suelen señalar los sociólogos de la izquierda–, sino porque desarrollan una desobediencia civil, silenciosa y pacífica, frente a leyes, regulaciones, impuestos y otros procedimientos que resultan tan costosos que de pagarlos, simplemente no podrían sobrevivir. La informalidad es producto de la mala ley y del mal procedimiento, y no de la cultura.

Hoy que los sectores comunistas de la actual administración pretenden regular precios y sobrerregular las actividades económicas utilizando protocolos sanitarios extremadamente costosos, incluso para las medianas empresas, todos debemos recordar que en base a estas sobrerregulaciones se gestó la enorme informalidad que impidió desarrollar una estrategia eficaz en contra de la pandemia del Covid-19.

  • 18 de mayo del 2020

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