Editorial Política

¡En plena guerra ideológica!

La izquierda embiste contra el mercado y el sector privado

¡En plena guerra ideológica!
  • 28 de abril del 2020

Los rumores acerca de una supuesta renuncia de la ministra de Economía, María Antonieta Alva –por eventuales diferencias con el presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, alrededor del llamado impuesto de solidaridad para los sueldos sobre los S/ 10,000– ayer se multiplicaron en todas las direcciones. La versión parecía verosímil, sobre todo con respecto a una administración gubernamental que ha convertido a la popularidad en una bandera irrenunciable. 

Si el Congreso emplazaba al Ejecutivo a promulgar la ley que establece la posibilidad de retirar el 25% de las cuentas individuales en las AFP (hasta S/ 12,000), ¿por qué entonces el Gobierno tendría que quedarse atrás? ¿Por qué tendría que aparecer al lado de las AFP y los ricos? Había entonces que hacer algo. Y se hizo. Con el anuncio de la posibilidad del nuevo impuesto se levantó una polvareda en medio del fracaso en la contención de la pandemia del Covid-19 y una profundización de la recesión y quiebra de empresas sin precedentes en las últimas décadas.

Los rumores de dos alas en el Gabinete, las supuestas guerras de ministros e hipotéticas renuncias, lo único que revelan es el desconcierto del Ejecutivo frente a la crisis; pero sobre todo señalan que nadie escapa a la feroz guerra ideológica que se ha desatado en el Perú y el mundo. Las medidas de emergencia, las cuarentenas forzadas y la restricción de libertades llevan a los sectores colectivistas a sostener que el Estado ha regresado para quedarse, y que ya terminaron los días del “capitalismo salvaje o del neoliberalismo” .

En el Perú la idea de que el fracaso del sistema de salud es responsabilidad del sector privado y del llamado neoliberalismo, si bien es una aproximación cargada de cinismo –porque las izquierdas han administrado los sectores sociales en las últimas dos décadas, entre ellos el sistema de salud– expresa una profunda convicción ideológica sobre cómo organizar el Perú luego de la pandemia para enfrentar la brutal recesión. Los sectores colectivistas y comunistas, que conciben la política como información y desinformación, han empezado, pues, a construir el relato: por los mercados y el sector privado no estuvimos mejor organizados para la pandemia. Sucede aquí, en España y en otros países.

Ante esta situación, los sectores que defienden las libertades políticas y económicas no pueden quedarse sin respuesta. En la guerra ideológica el relato entendido como la explicación sencilla de por qué suceden las cosas es fundamental. Algunos creen que se puede hacer política sin ideología, entendida en el mejor de los términos. Allá ellos, tienen derecho a dejarse despedazar por sus adversarios. 

En este contexto, no hay nada que indique que el mundo y la globalización, tal como hoy se han organizado, vayan a cambiar. Si se confirman las teorías conspirativas acerca del origen del Covid-19, entonces China se ha equivocado. La imagen de un Japón soberbio en Pearl Harbor revive en el acto. En cualquier caso, todavía hay un imperio bastante lejos de todos en términos económicos, tecnológicos y militares. La reacción de Occidente será brutal, feroz. Luego de algunas semanas de incertidumbre, por ejemplo, Estados Unidos hoy exporta respiradores (Ecuador, México y Etiopía) y pruebas moleculares. Y ha empezado una carrera de cien metros planos por la vacuna contra el virus, al margen de que haya movilizado un portaaviones cerca a Venezuela.

En el Perú, para salir de la recesión y seguir conteniendo la pandemia solo queda salvar los mercados, las empresas y el empleo, y formalizar el país. En este contexto, ¿qué viabilidad puede tener el argumento colectivista de “los derechos sociales” que se oponía a flexibilizar los contratos laborales? Imposible, porque ante la quiebra de las empresas todos recordamos que más del 85% del empleo proviene del sector privado, y solo queda salvar la fuente del trabajo.

Formalizar el país para evitar que la recesión se profundice y la pandemia regrese en oleadas obligará a simplificar al Estado a límites inimaginables. Es decir, reducir ministerios y oficinas para reorientar gastos a la salud y educación. Pero reducir ministerios es simplificar las cosas, y convertir las sobrerregulaciones y procedimientos kafkianos en todos los sectores estatales en procesos amigables para el ciudadano y la sociedad.

Nadie niega que las sociedades suelen autodestruirse. El estatismo y el colectivismo puede ser una tentación. Sin embargo, todo dependerá de la guerra ideológica y de la capacidad de organizar un relato sencillo para explicar cómo el colectivismo no puede reconstruir la economía ni enfrentar la pandemia, cómo el estatismo es el camino más seguro para volver a ser una sociedad con mayoría de pobres.

  • 28 de abril del 2020

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