La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El sistema republicano comienza a derrumbarse en un empate autodestructivo que sigue prolongándose. De un lado está el Ejecutivo que no puede implementar el proyecto de la constituyente ni nacionalizar los recursos naturales; y del otro, el Congreso que ha archivado la constituyente y las nacionalizaciones, pero que no logra formar mayoría para vacar al jefe de Estado o inhabilitar a los miembros del Ejecutivo, para iniciar una transición política del actual desastre.
Se trata de un empate que empuja el país a la anarquía, a la disolución del principio de autoridad, al surgimiento de zonas liberadas del imperio de la Constitución y de las leyes, y al frenazo del proceso de crecimiento y reducción de pobreza de las últimas tres décadas.
Planteada las cosas así, ¿cómo evitamos que el país se desbarranque en la anomia, en la anarquía? En la medida que todavía no es posible formar mayoría en el Congreso para vacar al jefe de Estado o inhabilitar a los miembros del Ejecutivo, una de las preguntas claves para evitar la disolución del país es, ¿en dónde está el poder en el Perú? Si el poder está en ninguna parte, entonces, la anarquía ha comenzado a devorarlo todo.
Hasta antes de la elección de la última mesa directiva del Congreso era apropiado sostener que, ante el derrumbe general del Gobierno, el poder estaba en el Congreso. Por ejemplo, se archivó el proyecto de la constituyente del Ejecutivo y se eligió impecablemente a seis miembros del Tribunal Constitucional. Igualmente se aprobó la ley sobre la cuestión de confianza que restableció el equilibrio de poderes estableciendo que la confianza no se podía plantear sobre funciones exclusivas y excluyentes del Legislativo. El Congreso entonces defendió la Constitución y ejerció el poder. Sobre esas premisas el Ministerio Público se empoderó en sus investigaciones en contra del jefe de Estado y el entorno presidencial.
Sin embargo, luego de la división de la oposición y la elección de la nueva mesa directiva del Legislativo, la pregunta acerca de dónde está el poder no tiene una respuesta clara. Las denuncias que comprometen a los congresistas y la extrema fragmentación de las bancadas debilitan considerablemente el papel del Legislativo. Y si a esta situación le sumamos la permanente invasión de las funciones exclusivas y excluyentes del Congreso a través de amparos otorgados por jueces de primera instancia provisionales, la situación del Congreso se complica.
Y ni qué decir acerca de las encuestas que registran casi la misma desaprobación para el Ejecutivo y el Legislativo, no obstante que el Gobierno es el causante de la destrucción nacional.
Por todas estas consideraciones, mientras se avanza en la vacancia del jefe de Estado o la inhabilitación de los miembros del Ejecutivo, se necesita restablecer la mayoría congresal que archivó la constituyente y evitó las nacionalizaciones, para restablecer un centro de poder y evitar la anarquía y la disolución del país.
Semejante mayoría debería expresarse en la inmediata derogatoria de los decretos que prohíben la tercerización laboral y que empoderan a los sindicatos, en contra de la inversión privada. El motivo: estamos ante las mayores modificaciones del modelo económico de las últimas tres décadas, sin necesidad de instalar una constituyente ni nacionalizar los recursos naturales. Igualmente, el Congreso debería aprobar una ley de desarrollo constitucional que precise las relaciones entre el Congreso y el Poder Judicial y evitar que jueces provisionales arrasen con las funciones exclusivas y excluyentes del Congreso. Asimismo, se debe proceder a elegir al Defensor del Pueblo, en cumplimiento de los preceptos constitucionales.
No hay la menor duda de que el principal objetivo de la oposición democrática debería ser acelerar la vacancia o la inhabilitación de los miembros del Ejecutivo. Sin embargo, mientras se consiguen los votos, para evitar un empate que nos conduce a la anarquía destructiva, el Congreso debería notificar al Perú y al mundo que frente al derrumbe general del Gobierno, el poder está en la asamblea legislativa.
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