Editorial Política

En "democracia plebiscitaria", gana el más populista

Se abre Caja de Pandora luego de mensaje presidencial

En "democracia plebiscitaria", gana el más populista
  • 31 de julio del 2018

 

El presidente Martín Vizcarra apostó por el populismo político en su discurso de Fiestas Patrias. En vez de convocar a la convergencia del Ejecutivo y el Legislativo para consolidar en el más breve plazo la reforma del sistema de justicia, en vez de afirmar la institucionalidad debilitada luego de los CNM audios, apostó por “el soberano”, por la calle, “el pueblo” —tal como le aconsejaban todos los intelectuales y activistas de izquierda—, proponiendo un referéndum para aprobar la reforma del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), la no reelección de los congresistas y el sistema bicameral.

En el acto, Fuerza Popular respondió proponiendo que en el referéndum se incorporaran preguntas sobre la ley de publicidad estatal, la pena de muerte y el retiro del Estado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Seguramente los tres temas planteados por el fujimorismo —al igual que la no reelección de los congresistas— conseguirían más del 80% de la votación en un eventual referéndum; pero, de una u otra manera, todos estamos hiriendo de gravedad la democracia, debilitando nuestras precarias instituciones y creando las condiciones para la aventura. Ni cortos ni perezosos en el Frente Amplio también se propuso otra pregunta, sobre la necesidad de convocar a una asamblea constituyente.

Más allá de que una coalición mediática, enceguecida por el asunto de la publicidad estatal, haya celebrado la convocatoria unilateral a un referéndum, la iniciativa del jefe de Estado ha abierto una Caja de Pandora que podría generar una situación incontrolable. Por ejemplo, no solo el antisistema forzará la convocatoria de una constituyente, sino que todos los grupos cristianos que desarrollan campañas contra el enfoque de género anuncian la recolección de firmas para forzar un referéndum contra estas políticas; y hasta anuncian una marcha para setiembre, más politizada y que apuntará directamente al Ejecutivo. De alguna manera ha comenzado a surgir un partido religioso en el Perú.

La democracia peruana que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones, y que ha tramitado la renuncia de Kuczynski con las instituciones y procedimientos establecidos en la Carta Política, enfrenta uno de sus momentos más complicados, en el que parece haberse desatado una guerra alrededor de quién es más populista. Si el jefe de Estado, asustado por las menciones a su persona en los CNM-audios, recurre al “soberano”, entonces Fuerza Popular aprieta el acelerador y también juega a la convocatoria del pueblo.

¿Cuál puede ser el desenlace de esta lógica política? Simplemente que el más populista ganará; es decir, la política para las tribunas del circo romano. Si estuviésemos en tiempos de gladiadores seguramente que Ejecutivo, Legislativo, encuestadoras y medios estarían disputando la primacía en quién convoca a los mejores guerreros de la arena. Sangre, metal y arena en vez de reflexión senatorial.

A nuestra enceguecida coalición mediática hay que recordarle que la entrada de las muchedumbres en la política afectará en primer lugar a los medios que hoy reclaman el subsidio estatal. Siempre ha sido así cuando se ha convocado al “soberano” por encima de las instituciones. Para los políticos que gustan de jugar con la calle, habría que señalarles que la turba no entiende de reflexiones, solo es alimentada por las pasiones.

El referéndum, el cierre del Congreso y la vacancia presidencial, de una u otra manera, son instituciones establecidas en la Carta Política para acudir en ayuda de la democracia representativa cuando el sistema colapsa. El espíritu constituyente y los artículos constitucionales dejan en claro que son los últimos recursos institucionales que no deben suplantar la lógica de la democracia representativa. De allí que el Legislativo sea la fuente principal de la reforma constitucional. De lo contrario, en la democracia peruana podría aparecer un Hitler, un Hugo Chávez o un Evo Morales, quienes convertirían la política en un circo romano, lanzarían panes a las tribunas y convocarían referéndums para llamar a una nueva constituyente o reformar la Constitución con objeto de perpetuarse en el poder. A reflexionar, pues.

 

  • 31 de julio del 2018

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