Editorial Política

El referéndum y la polarización que persiste

Efectos del mensaje presidencial de Fiestas Patrias

El referéndum y la polarización que persiste
  • 30 de julio del 2018

 

El mensaje presidencial de Martín Vizcarra por Fiestas Patrias fue extremadamente político, tan político que evocó los mensajes de los años ochenta, en los que un anuncio presidencial podía cambiar el curso de la democracia, la economía y las inversiones. Eran las épocas en que la economía era un terrible campo de batalla ideológico. Algo parecido sucedió con el mensaje de Vizcarra en el terreno político.

El jefe de Estado recogió la indignación ciudadana con respecto la corrupción del sistema judicial y propuso interesantes iniciativas para reformar el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) y crear la Autoridad Nacional del Integridad y Control en el Poder Judicial y el Ministerio Público —que establecería un control externo de jueces y fiscales—; pero en seguida propuso convocar a un referéndum para consultar a la población en cuanto a la reforma del CNM, la no reelección de los congresistas, el financiamiento de los partidos y la bicameralidad. El jefe de Estado como los mejores líderes populistas de América Latina echaba mano de la calle, del “soberano”, del pueblo.

Más allá del debate constitucional sobre el procedimiento para convocar a un referéndum, el anuncio presidencial sacó los reflectores de la reforma judicial y los trasladó a la reforma política en general. Por ejemplo, diversas bancadas se dedicaron a señalar que no era conveniente establecer la no reelección, y cada grupo político propuso sus agregados para ser consultados en el referéndum. El Frente Amplio planteó que se preguntara por la convocatoria a una asamblea constituyente, y Fuerza Popular sugirió que se interrogara sobre la prohibición al Estado para invertir en publicidad en medios privados y también sobre la urgencia de prohibir el enfoque de género en el Estado.

En otras palabras, el momento único e irreemplazable a favor de una reforma integral del sistema de justicia comenzaba a ser desplazado. ¡Qué diferente hubiese sido si el Jefe de Estado convocaba a la unidad nacional, a la convergencia Ejecutivo y Legislativo, para garantizar la reforma del sistema de justicia! Y a partir de esa convocatoria emprender urgentes reformas económicas que el Perú necesita para volver a crecer a tasas altas y seguir reduciendo pobreza.

El efecto inmediato del mensaje presidencial es que se puede agravar la polarización del país, porque la estrategia de un sector que pretende señalar que todos los problemas de gobernabilidad provienen de los yerros del Congreso —y no de las responsabilidades compartidas de todos los actores políticos e institucionales— de alguna manera se fortalece.

El presidente Vizcarra puede haber ganado en el corto plazo, pero ha creado un escenario favorable para las llamadas estrategias antisistema, que buscan el adelanto de elecciones o la convocatoria a una asamblea constituyente. ¿Por qué? Porque el jefe de Estado, en su calidad de Presidente, de primer magistrado de la República, en la práctica se ha comprado el argumento de que —en las actuales instituciones de la democracia— no existen reservas críticas y morales para emprender una reforma del sistema de justicia. Por lo tanto, parece haberse allanado a la idea de que es hora de convocar “al soberano”, “al pueblo”. El escenario ideal para todas las minorías revolucionarias que han asaltado el poder con el silencio y la inmovilidad de las mayorías.

El jefe de Estado debería preguntarse qué sucederá si luego de semanas de reflexión la clase política y él mismo llegan a la conclusión de que no se deberían plantear ciertas preguntas en un eventual referéndum, o incluso que no es necesario recurrir a semejante medida por la salud de la República. No se necesita ser un chamán o demasiado zahorí para conocer la respuesta: Gregorio Santos, Antauro Humala y Verónika Mendoza, convocarán a las masas para radicalizar o forzar un eventual referéndum e incluir la convocatoria a una constituyente.

La unanimidad en los enfoques en una media enfrentada al Congreso por la ley de publicidad estatal puede llevar a creer a algunos que el mensaje presidencial organiza una salida correcta a la crisis. En realidad es un escenario en el que se politiza innecesariamente la reforma judicial (cuando existe consenso y voluntad de todos los actores) y que polariza el país a extremos tales que la democracia podría estar en peligro. Veremos.

 

  • 30 de julio del 2018

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