La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Así como se suele señalar que si no se relanza el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza en las elecciones del 2026 el Perú será una sociedad que aumenta pobreza por primera vez en dos décadas, igualmente vale señalar que si el Perú no se reencuentra con Puno, el sentimiento antisistema en el sur amenazará la gobernabilidad. En ese contexto, sostener que se puede repetir la tragedia de Pedro Castillo no parece una exageración.
Luego del golpe fallido de Castillo y las olas insurreccionales contra el Estado de derecho, con objeto de instalar una constituyente, Puno se ha convertido en un símbolo del antisistema. La violencia en el sur estalló, luego se apagó y terminó focalizándose en la región altiplánica. El proyecto de la constituyente y la amenaza autoritaria del eje bolivariano pretendió enraizarse –sin mucho éxito– en Puno, con la propuesta de la república aymara. Cualquiera sea el enfoque el futuro de Puno está íntimamente vinculado con el futuro de la gobernabilidad.
De allí que, así como se demanda el relanzamiento de la economía, debemos exigir que el Estado, el Perú, Lima, se reencuentren con nuestros hermanos puneños y, través de ese hecho, con todo el sur del Perú. La región altiplánica tiene una pobreza del 43% de la población y está entre las cinco que más padecen este flagelo. Casi el 60% de los hogares carece de sistemas de agua, desagüe y electricidad y las principales ciudades puneñas no tienen sistemas de alcantarillados, no obstante el crecimiento poblacional. En ese contexto, las aguas del lago Titicaca están contaminadas por los desagües urbanos ante la falta de lagunas de oxidación.
Si a este breve mirada de la postración de Puno le agregamos que la región altiplánica tiene cerca de un 90% de informalidad y que apenas representa menos del 2% del PBI nacional, entonces tenemos el cuadro perfecto que necesitaría el antisistema para avanzar en su proyecto de constituyente y expropiarnos la libertad por décadas.
Ni el Gobierno, ni el Congreso, ni los partidos políticos civiles ni las fuerzas armadas y policiales pueden permanecer indiferentes a esta situación, sobre todo si consideramos que la región altiplánica es zona de frontera con Bolivia, un país que avanza a convertirse en una Cuba mediterránea emplazada en los Andes.
El Ejecutivo, entonces, tiene que lanzar un shock de inversiones para que el Estado y la inversión resuelvan los problemas acumulados en la región altiplánica, que se parecen a los de siglos pasados. Puno debería tener menos familias sin agua ni desagüe y las ciudades altiplánicas deberían tener alcantarillado como las demás ciudades del país. ¿Acaso no es posible que el Ejecutivo, el Gobierno Regional y el Congreso hallen la salida para concretar estos proyectos en el corto plazo?
Igualmente, en el Congreso se debería formar una comisión de investigación y estudio de la realidad de Puno con el objeto de desarrollar legislación para combatir, sin cuartel, las causas de la extendida informalidad de la sociedad. En Puno todo es informal, menos los contratos de trabajo de los empleados del Estado y de las dependencias públicas. Allí, por lo tanto, están concentradas todas las causas de la informalidad de cerca del 60% de la economía y sociedad del país: desde las sobrerregulaciones y procedimientos del Estado, pasando por el sistema tributario y la legislación laboral, hasta los procedimientos que ahogan y asfixian a los empresarios emergentes de comercio, servicios, minería.
De igual manera necesitamos que los partidos democráticos entiendan que si no envían brigadas de predicadores y organizadores a respaldar el esfuerzo de los puneños, a promover una oposición democrática contra el centralismo, será imposible enfrentar los discursos antisistema del Movadef y los activistas del eje bolivariano.
De alguna forma entonces en el futuro de Puno se juega el futuro del Perú. Cambiar la situación de Puno es cambiar la situación del sur, es inaugurar una nueva forma de relación del Estado y la sociedad con el sur, es promover el reencuentro de los puneños, de los sureños con la peruanidad. ¿Qué se espera?
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