Editorial Política

El Perú necesita una nueva oposición democrática hacia el 2026

El fujimorismo empieza a subrayar su papel opositor en la coyuntura

El Perú necesita una nueva oposición democrática hacia el 2026
  • 15 de junio del 2023

Con las recientes críticas al Gobierno de Dina Boluarte, la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, acaba de dejar en claro que el fujimorismo no renunciará a la oposición. Fujimori criticó el triunfalismo de la jefe de Estado, el pésimo manejo del problema del dengue en el Ministerio de Salud, el desborde de la ola criminal en el sector Interior, el estatismo evidente en el Ministerio de Energía Minas y la falta de ejecución presupuestal en el ministerio de Agricultura y Riego.

El pronunciamiento de Fuerza Popular se produce luego de seis meses del golpe fallido de Pedro Castillo y del fracaso de las olas insurreccionales que pretendieron quebrar el Estado de derecho para forzar la convocatoria de una asamblea constituyente. Es decir, la nueva posición fujimorista revela que la coyuntura política comienza a cambiar radicalmente porque las amenazas a la democracia de los sectores radicales, comunistas, colectivistas y progresistas –vinculados a Pedro Castillo, el eje bolivariano y el Movadef– han sido derrotados, al menos parcialmente, en sus intenciones de quebrar el sistema constitucional. El último fracaso del paro radical en Puno es la mejor postal que confirma esta tesis.

En este nuevo escenario no es arbitrario que dentro de la gran convergencia que defendió la democracia ante una de las peores amenazas autoritarias de las últimas décadas, algunos sectores comiencen a decantarse por un perfil más opositor. Es lo que acaba de hacer el fujimorismo y, seguramente, otras fuerzas de la centro derecha también empezarán a poner los puntos sobre las íes con respecto al Ejecutivo. Allí están Alianza para el Progreso, Renovación Popular y Avanza País.

En el Gobierno, efectivamente, se percibe un triunfalismo y conformismo, no obstante que el shock de inversiones públicas no llega a Puno y al sur del Perú, no obstante también que no avanzan las obras de prevención para enfrentar el fenómeno de las lluvias de los próximos meses y pese a que el crecimiento de la economía sigue registrando tasas desalentadoras por falta de mayores señales del Ejecutivo a favor de la inversión privada y los mercados.

Ante semejante situación es incuestionable que el Perú necesita una oposición democrática que critique al Ejecutivo y defienda el proceso democrático al mismo tiempo. Es una manera de construir, de organizar, un polo alternativo, diferente, a la oposición radical que pretende la caída del gobierno de Dina Boluarte, el quiebre del Estado de derecho y la convocatoria de una constituyente.

En otras palabras, si es que no emerge una oposición democrática y responsable, el inevitable desgaste del Ejecutivo se convertirá en un enorme espacio para que engorden las propuestas del radicalismo vinculadas al eje bolivariano.

La estrategia de todas las izquierdas, en todas sus versiones, desde la comunista hasta la progresista, hasta hoy ha sido presentar al Gobierno de Dina Boluarte como una administración de derecha no obstante que ella fue elegida en la plancha presidencial de Castillo y no obstante que los únicos responsables de la llegada del peor gobierno de la historia republicana –es decir, el de Castillo– son las izquierdas, sus relatos y las guerras políticas sin cuartel que envilecieron la democracia.

Finalmente, debemos señalar que el desarrollo de una oposición democrática de ninguna manera debe alterar la estabilidad que, aparentemente, se ha conseguido entre el Ejecutivo y el Congreso luego de varios años de guerras fratricidas. La estabilidad luego de la amenaza de Castillo puede explicar el fracaso o la victoria de la libertad. Hasta el relanzamiento de la economía y la inversión privada requiere de una condición impostergable: la predictibilidad institucional.

Por todas estas consideraciones creemos que una oposición democrática debería liderar las críticas a los yerros gubernamentales, pero, igualmente, debería garantizar la continuidad de las instituciones hasta las elecciones nacionales del 2026.

  • 15 de junio del 2023

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