Editorial Política

¡El Perú bajo ofensiva colectivista total!

Ejecutivo y Congreso destruyen boom exportador

¡El Perú bajo ofensiva colectivista total!
  • 03 de enero del 2021

Con la nueva ley agraria, el Ejecutivo y el Congreso han terminado dinamitando el boom agroexportador en el Perú, que había reducido la pobreza en las zonas agroexportadoras del 60% a solo 22% y que había incrementando las agroexportaciones de US$ 850 millones a US$ 7,000 millones (antes de la pandemia). 

Hoy el agro tiene una remuneración por encima de la Remuneración Mínima Vital (RMV) –con un 30% de bonificación no remunerativa–, una decisión que destruirá los cultivos de arándanos, espárragos, granadas y otros cultivos que necesitan una masiva contratación de mano de obra, sobre todo de mujeres. Que las féminas del Perú lo escuchen: el empleo se acaba en el campo por la responsabilidad del Ejecutivo y el Congreso. Igualmente, la eliminación gradual del modelo tributario de la derogada Ley de Promoción Agraria significará que el objetivo de duplicar las inversiones de US$ 20,000 millones, que se produjeron en dos décadas de vigencia de la pasada ley, no será posible. El objetivo de convertir los desiertos en oasis agroexportadoros, entonces, ha terminado.

Y en este editorial sostenemos que el colectivismo y las corrientes comunistas en el Perú, hoy con clara influencia en el Ejecutivo y el Legislativo, están en ofensiva general en contra del modelo económico, porque también se ha aprobado el control (o poner topes) a las tasas de interés bancario, liquidando las posibilidades de los pobres y las pymes de acceder a préstamos. Al eliminarse la calificación del riesgo en base a criterios de mercados se elimina el mecanismo natural que tenían los bancos de proteger los depósitos de los ahorristas. A más riesgos, más tasas de interés, más disuasión a los deudores irresponsables y menos morosidad en el sistema bancario. Hoy eso no existe, y se ha determinado que el BCR fije bandas en los topes de interés.

La política de control de precios –remuneración especial en el agro y control de tasas de interés–, no obstante que tiene inspiración colectivista y comunista, afecta principalmente a los sectores más pobres y a las pequeñas unidades. Por ejemplo, el hecho de fijar una remuneración especial en el agro –al margen de una negociación tripartita como sucede en los demás sectores de la economía– desatará la quiebra de las pequeñas empresas agroexportadoras, que serán compradas por las grandes. Es decir, se alentará la concentración de tierras. Asimismo, elevar la remuneración artificialmente en 30%, por encima de la productividad y las posibilidades de la empresa, cancelará las posibilidades de empleo de las mujeres en los cultivos de arándanos, espárragos, granadas y otros. 

En este contexto, las empresas agroexportadoras que sobrevivirán son las grandes, globalizadas y con espaldas financieras. Comprarán tierras de las unidades quebradas y reemplazarán la artificialmente encarecida mano de obra por maquinaria, tal como sucede en la agroindustria de Occidente. En otras palabras, surgirán islas de modernidad en medio de un océano de minifundios de sobrevivencia, pobreza e informalidad.

Igualmente, el control de las tasas de interés terminará con la revolución del crédito más impresionante de nuestra historia republicana. Gracias a esta revolución, las clases medias emergentes –principalmente de origen andino– accedieron a créditos hipotecarios y se convirtieron en propietarias en los conos de Lima y las principales ciudades del país. La eliminación de la evaluación del riesgo para los préstamos más complicados no solo excluirá a los pobres del crédito formal, también elevará en general los costos de los préstamos: perderán los clientes y ganarán los bancos, tal como sucedió en los ochenta.

Como se aprecia con absoluta claridad, el desastre nacional causado por la administración Vizcarra ha abierto las puertas de una ofensiva colectivista que no solo pretende capturar el poder político –sin haber ganado una elección nacional–, sino que intenta destruir el sector privado, el tejido empresarial de nuestra sociedad, con el claro objetivo de luego desatar una ola masiva de estatizaciones en el Perú. 

En la evaluación comunista entonces no está solo el objetivo de concentrar poder político, sino de concentrar poder económico a través de la destrucción del sistema empresarial. Sin embargo, los peores enemigos del afiebrado deseo colectivista son el tiempo y el calendario: no tienen posibilidad alguna de ganar la elección de abril del 2021.

  • 03 de enero del 2021

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