Editorial Política

El pensamiento colectivista Sagasti

Privados no pueden importar ni distribuir vacunas

El pensamiento colectivista Sagasti
  • 01 de marzo del 2021

“Lo que no queremos es que el que tiene plata se vacune y el que no tiene plata, no se vacune. (...) ¿Por tener la suerte de estar empleado, tener un empleo formal, ese tiene más derecho que una persona que está trabajando (informalmente)? Desde el punto de vista de equidad, desde el punto de vista de no discriminación, lo que tiene que hacerse es un padrón universal. Esa es la filosofía en general”, acaba de señalar el presidente Sagasti.

Las declaraciones del Jefe de Estado merecen ser talladas en bronce para la posteridad al lado de un epígrafe: Fueron declaradas cuando morían 200 personas diarias y cuando un inmunizado más era la mejor noticia para detener la pandemia. El presidente Sagasti se equivoca, le ganó la ideología o quizá el desconcierto frente a la tragedia nacional, o simplemente el mal asesoramiento.

Si las cosas siguen por este camino el Perú se emponzoñará más a pocas semanas de las elecciones nacionales. Las teorías conspirativas acerca de que un sector político no quiere la inmunización de la sociedad en el 2021 para permanecer en el poder sin ganar elecciones y restringir derechos, avanzarán como una bola de nieve. El jefe de Estado debe rectificar y buscar diversas opiniones y consejos. De lo contrario, una nueva crisis se avecinará en medio de las elecciones.

El presidente Sagasti se equivoca de principio a fin. ¿Por qué? Porque la vacunación de un pobre o un rico, al margen de cual sea el origen de la vacuna, es una extraordinaria noticia para detener la pandemia. Es decir, cada vacunado –al margen de su género, raza o condición social (aclaración necesaria para los socialistas ideologizados)– es un gana-gana contra la pandemia.

De otro lado, ¿cuál es la implicancia de la afirmación presidencial acerca de que un empleado con trabajo formal tendría más derecho a ser vacunado –por el sector privado– que un trabajador informal? ¿Acaso el jefe de Estado está reconociendo que el mayor temor de su administración es a fracasar en los contratos y cronogramas de las vacunas? Si el empleado formal se vacuna y el informal no lo hace, solo se explicará porque el Estado no consigue vacunas. Es difícil entender el razonamiento.

Sin embargo, es incuestionable que detrás las afirmaciones del presidente Sagasti está la ideología colectivista que ha convertido a la igualdad en el principio de justicia por sobre todos los demás principios. A este concepto se le puede llamar “equidad”, o dorarse la píldora de acuerdo a cualquier criterio neomarxista. La preeminencia del igualitarismo lleva al absurdo de considerar que más vale igualar hacia abajo que igualar hacia arriba, lo que, generalmente, suele desarrollarse aceptando ciertas desigualdades.

El igualar hacia abajo en la pandemia más o menos se resume en lo siguiente: si el privado puede pagar su vacuna y el pobre no, porque el Estado no consigue vacunas, entonces, en aras de la igualdad es mejor que no se vacunen los privados. Es el mismo principio de igualación hacia abajo que impulsó las revoluciones comunistas del siglo XX y es el pretexto de los chavismos tropicales de América Latina.

Lo más grave de este igualitarismo es que alrededor del 70% de la población sí puede pagar una vacuna privada considerando las dosis de US$ 9 de la vacuna Sputnik. La mayoría de informales podría hacerlo. Todo es absolutamente incomprensible.

Lo terrible de todo es que la decisión del Ejecutivo prolongará la pandemia e incluso podría llevarnos a una tercera ola sin la sociedad inmunizada. La letalidad seguirá creciendo, la destrucción de la economía continuará, y se mantendrá la restricción de los derechos constitucionales.

El otro camino es el de una gran convergencia público-privada, que explica el bienestar, la prosperidad y el éxito en la lucha contra la pandemia de los países desarrollados. Bajo esta lógica, por cada inmunización de un privado, el Estado tiene una vacuna más destinada a los más pobres, los excluidos y los sectores más golpeados por la pandemia. Por cada inmunización de un privado un ciudadano menos que demandará la cama de un hospital o de una UCI que se destinará a los pobres y excluidos. Por cada inmunizado en el sector privado, un trabajador, una empresa o unidad económica no desarrollará la enfermedad de gravedad y retornará a la producción, favoreciendo los ingresos de los pobres.

Cualquiera sea el ángulo de análisis el igualitarismo del Ejecutivo comienza a convertirse en el peor enemigo de una estrategia exitosa en contra de la pandemia.

  • 01 de marzo del 2021

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