Editorial Política

El igualitarismo aumenta letalidad y empobrece

Estado se niega a que los privados importen vacunas contra Covid

El igualitarismo aumenta letalidad y empobrece
  • 23 de febrero del 2021


El ministro de Salud, Óscar Ugarte, ha señalado que los privados no pueden competir con el Estado en la adquisición de las vacunas contra el Covid porque, entre otros motivos, las grandes compañías priorizan las ventas de las dosis de Estado a Estado. Es una parte de la verdad porque, en el caso de la vacuna Sputnik, por ejemplo, el Estado peruano no ha mostrado el menor interés, y existe un enorme
stock que podría ser vendido a privados.

De otro lado, a estas alturas no sabemos por qué el Estado peruano es el que suma más fracasos en América Latina en la adquisición de las vacunas contra el Covid. ¿Por la ineficiencia de los burócratas ideologizados que no saben qué significan los contratos en el comercio internacional? ¿Por favorecer a una determinada compañía en la adquisición de las vacunas? No lo sabemos. 

En este contexto, el Estado debería utilizar toda la gerencia y experiencia internacional de los privados para organizar una convergencia público privada que salga a adquirir las vacunas en el mundo. De lo contrario, la salud y la vida de los peruanos seguirá en manos de la burocracia ineficiente del Frente Amplio y de Juntos por el Perú, y en el país se cumplirá el aserto vinculado al perro del hortelano: ¡la burocracia socialista no compra ni deja comprar vacunas!

Sin embargo, el argumento del ministro de Salud, Óscar Ugarte, es de antología: el Estado establece el costo de las vacunas, el cronograma de la vacunación y elimina “cualquier competencia de los privados”. Esos argumentos serían atendibles con un Estado que salva vidas; no con un Estado que no ha comprado pruebas moleculares, camas UCI ni vacunas para garantizar la inmunidad frente al Covid en el 2021.

Detrás del igualitarismo del ministro Ugarte está la ideología del colectivismo, que ha embutido los cementerios del mundo con cadáveres, buscando "igualar" a las sociedades. Se ignora que la mayoría de peruanos (más del 50%) podría comprar vacunas (de acuerdo a sus ingresos) y que, en ese caso, las dosis que consiga el Estado podrían ser destinadas a los sectores más pobres y marginados.

Es el mismo argumento que utilizan todos los colectivistas, por ejemplo, para intentar destruir la educación privada. En el país, por ejemplo, dos tercios de la matrícula de la educación básica la gestiona el Estado, mientras que el tercio restante lo administra el sector privado. Pero en la educación superior la proporción se invierte: dos tercios de la matrícula dependen del sector privado y un tercio del Estado. La candidata Verónika Mendoza ha propuesto eliminar al sector privado de la educación. Un Estado que no puede comprar camas UCI y vacunas, ¿podría encargarse de millones de nuevos estudiantes? La propuesta suena a destrucción y más destrucción.

De un tiempo a esta parte la burocracia socialista del sector Educación pretende ahogar a la inversión privada en el sector utilizando el mismo argumento igualitarista del ministro Ugarte. Se trata de políticos y burócratas ideologizados que llegaron al Estado sin haber ganado una sola elección nacional. Sin embargo, la preeminencia de la ideología aumenta la letalidad y acrecienta la pobreza.

Cuando el ministro Ugarte se opone a la importación de vacunas de parte de los privados, en realidad castiga a los pobres, a los desvalidos y a los excluidos. ¿Por qué? Si más de la mitad de la población puede pagar por una vacuna contra el Covid, entonces los pocos y mal manejados recursos del Estado pueden destinarse a las zonas más pobres y más golpeadas por la pandemia. De facto, como se dice, se produce la redistribución de un bien escaso entre todos los integrantes de una sociedad gracias a la solidaridad de los ciudadanos.

Lo mismo sucede con la educación. Si un tercio de las familias en la educación básica y dos tercios en la superior pueden pagar por la educación de los hijos, entonces se liberan de los escasos y mal manejados recursos del Estado para focalizarlos en los más pobres. El sueño de que los niños de los Andes de Huancavelica y Ayacucho tengan la misma educación que los estudiantes de los mejores colegios privados de Lima puede comenzar a concretarse.

Sin embargo, el igualitarismo socialista, colectivista y comunista, se ha convertido en el peor enemigo de los pobres por la obsesión ideológica de eliminar al sector privado. La obsesión con la igualdad ha empobrecido a muchos países, y a otros los ha inundado con ríos de sangre. En el Perú, claro que se puede igualar hacia abajo; es decir, liquidar al sector privado para que todos seamos pobres, sin posibilidad de una cama UCI y sin vacunas.

  • 23 de febrero del 2021

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