La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El ciclón Yaku y la devastación que está dejando en Tumbes, Piura, La Libertad y Lambayeque nos recuerdan que el gran problema del Perú sigue siendo el fracaso del Estado. Luego de que el Fenómeno de El Niño 2017 devastara el norte y Lima, los sucesivos gobiernos anunciaron que nunca más el desborde de ríos y quebradas iban a dejar desolados a miles de peruanos. Sin embargo, el desarrollo de Yaku está dejando a las mismas regiones, provincias, caseríos y distritos con destrucción similar a la que causó El Niño 2017. Los ríos se desbordan, los puentes colapsan, las quebradas se activan, las carreteras se derrumban. Así está sucediendo en Tumbes, Piura, Lambayeque y la Libertad.
Todo es igual a los sucesos del 2017 y es evidente que el Estado nada ha hecho. Según el Instituto de Defensa Civil se reportan más de 8,000 damnificados y 8 muertos en la última semana. Las principales ciudades de las regiones Piura, Tumbes y La Libertad están inundadas, con los sistemas de agua y desagüe a punto de colapsar. En algunas provincias y distritos la cosa está peor. En el interior de Piura varios distritos y caseríos están incomunicados por el derrumbe de las carreteras. Por ejemplo, se reporta que en Huancabamba alrededor de 70,000 personas están aisladas por el derrumbe de la carretera que conecta la señalada provincia con la capital de la región. Ante la posibilidad de que los efectos del ciclón Yaku se trasladen a Lima, el alcalde de la capital, Rafael López Aliaga, acaba de señalar que existen alrededor de un millón de personas en situación de vulnerabilidad.
¿Cómo es posible que el Estado peruano, uno con los mayores recursos fiscales en la región, fracase en la descolmatación de ríos, en construir sistemas de drenaje, en levantar defensa en las riberas de los ríos y en desarrollar políticas de reubicación de poblaciones vulnerables por quebradas que se activan con las lluvias? Finalmente, ¿cómo es posible que las provincias, distritos y poblados se desarrollen al margen de un plan de desarrollo urbano?
Desde el Gobierno de Pedro Pablo Kuzcynski, pasando por los de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, hasta la elección de Pedro Castillo, el país avanzó sumergido en una feroz guerra política en que la gobernabilidad, los problemas del desarrollo o, simplemente, los problemas de la gente, eran lo que menos importaba. Desde la creación de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC), se proyectaba que hasta el 2021, el Plan Integral de Reconstrucción con Cambios iba a demandar inversiones de alrededor de S/ 25,000 millones bajo responsabilidad del Gobierno central y los gobiernos subnacionales.
Sin embargo, hasta la fecha poco se ha avanzado. A esta situación de eventual esquizofrenia de la política, evidentemente se sumó la disfuncionalidad en el Estado que causó la fallida regionalización. La tragedia que contemplamos en las provincias y los distritos del norte, de una u otra manera, es otra instantánea del fracaso de la descentralización porque el 50% de la reconstrucción fue manejada por los gobiernos regionales. El fracaso fue evidente: la reconstrucción con cambios era un plan que debía ser implementado en tres años; sin embargo, en los primeros dos años apenas se había ejecutado el 16% de lo presupuestado.
Luego se vino el referendo de Vizcarra que destruyó el sistema político, el cierre inconstitucional del Congreso y nadie siguió pensando en la gobernabilidad y menos en la reconstrucción con cambios. Hoy, la irritación de las provincias del sur, igualmente, deja en evidencia el fracaso general de la regionalización y, de alguna manera, la derrota de la violencia insurreccional contra la Constitución y el Estado de derecho, puede permitir acabar con la guerra política que bloquea la gobernabilidad.
En ese escenario, el Ejecutivo, el Congreso y las instituciones republicanas, tienen la enorme oportunidad de relanzar la reconstrucción de las regiones afectadas por el ciclón Yaku y volver a acercar al Estado con la sociedad. Y también es momento para comenzar la discusión sobre cómo superamos la tragedia de la regionalización fallida.
COMENTARIOS