La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El desgobierno nacional que ha desatado el gobierno de Pedro Castillo, Perú Libre y el Movadef comienza a ser considerado, con justicia, como el peor gobierno de la historia republicana. Sin embargo, la característica de esta crisis, a diferencia de cualquier otra, es la ausencia de una alternativa ante la erosión del Ejecutivo. Todo se agrava por la falta de una alternativa, y la desesperación se extiende de aquí para allá y desmoraliza a los sectores de oposición.
Para enfrentar esta situación es necesario analizar y reflexionar sobre los caminos que tiene la oposición para reinventarse. El primer tema vinculado a un nuevo quehacer opositor es aceptar los mandatos de la realidad. Y uno de ellos nos indica que, en el corto plazo, no existen los votos para vacar a Pedro Castillo o inhabilitar a los miembros del Ejecutivo e iniciar una transición política. El motivo: las bancadas de Perú Libre (más allá de divisiones artificiales), Juntos por el Perú, y los llamados “niños”, suman más de 50 votos. En ese contexto, es imposible conseguir los 87 votos.
La búsqueda de una transición política entonces debe construirse en base a batallas parciales y la movilización ciudadana. ¿Qué significan batallas parciales u objetivos sectoriales? La oposición debe representar las demandas de la ciudadanía con respecto a la falta de empleo, el incremento de los precios de los productos de la canasta básica y las demandas de seguridad ciudadana contra la ola criminal en las ciudades.
Todas estas demandas de la gente –a la que nadie representa– deberían vincularse con el principal responsable de la tragedia: Pedro Castillo. Por ejemplo, los ingresos de la ciudadanía no se recuperan por la caída de la inversión privada frente a los anuncios de la constituyente y las nacionalizaciones y los decretos laborales del sector Trabajo, que pretenden colectivizar las relaciones laborales. La caída de la inversión privada genera menos empleo y aumenta la pobreza. ¿Qué político, qué bancada, ha representado estas demandas?
Sobre la base de estos ajustes la oposición estará en condiciones de vincular las demandas de la gente con la vacancia y la urgencia de una transición política. Sin embargo, la oposición no logrará nada si no forma una gran mesa de unidad que influya en el Congreso y la sociedad. Fuerza Popular, Renovación y Avanza País, las bancadas de la centro-derecha en el Legislativo, con más claridad sobre la crisis, necesitan formar una convergencia de más de 50 votos que golpee como puño cerrado y logre atraer a los cerca de 40 votos que se pueden distanciar del comunismo y el colectivismo. Una estrategia de ese tipo permitirá derogar normas contra las libertades políticas y económicas (por ejemplo, los decretos laborales del sector Trabajo), ejercer las funciones y excluyentes del Congreso (como la elección del Defensor del Pueblo) y avanzar con las reformas del sistema político, tales como la creación del Senado y eliminar la prohibición de reelección parlamentaria.
La mesa de unidad en el Congreso debería trasladarse a la sociedad para convocar a los partidos y corrientes que no están representados en el Legislativo. Luego de ese paso se deberían formar mesas de unidad a nivel regional, provincial y distrital, con el objeto de avanzar a construir una oposición, una representación de la centro-derecha de naturaleza plebeya. Únicamente a través del trabajo en las bases, de la movilización de abajo hacia arriba, será posible derrotar al comunismo y el colectivismo en el mediano plazo.
La oposición entonces necesita reinventarse para defender la Constitución y las libertades. Necesita vincular las demandas de la gente con los grandes objetivos y reformas para una transición política. Sin embargo, para avanzar necesita del trabajo en bases, necesita asumir un rostro plebeyo. Algo que, igualmente, no será posible si no se construyen los contrarrelatos a las narrativas que han desorganizado el país.
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