Editorial Política

El cuento “neoliberal” de los comunistas

El intento de regresar a la tragedia del estatismo chavista

El cuento “neoliberal” de los comunistas
  • 31 de agosto del 2020

La palabra “neoliberal” es un chocolate que suelen usar los comunistas, y al que colocan todo tipo de envolturas. Incluso el llamado neoliberalismo puede ser la otra cara de las más feroces dictaduras de derecha. La guerra por el lenguaje que han empezado los comunistas luego de la caída del Muro de Berlín –buscando vaciar de contenido los conceptos (género, medio ambiente, castellano estandarizado) con el objeto de convertir, por ejemplo, “la tolerancia en intolerancia”– también ha llegado a la economía. 

A veces, incluso, se pretende endilgar al modelo de libertades económicas todas las desgracias que el colectivismo ha causado durante la pandemia. Sucede en el Perú, pasa en España y en toda América Latina. Pero lo extraño es que algunos profesores universitarios se atrevan a soltar frases del siguiente calibre: “Esta pandemia cierra el periodo neoliberal”. ¿Qué se pretende decir con tales razonamientos ¿Que el Perú necesita más Estado, a la luz del estrepitoso fracaso del Estado en contener la pandemia y enfrentar la recesión? Para fundamentar semejantes aseveraciones no se establecen mayores fundamentos, excepto que el sistema de salud ha fracasado en todas las líneas.

Si analizamos el avance de la pandemia, la alta letalidad desatada y la feroz recesión que destruirá más de 15% del PBI, ¡claro que el sistema de salud es el mayor fracaso del último siglo! ¡Sin ninguna duda! Pero, ¿por qué? ¿Por exceso de estatismo o de liberalismo económico?

En el Perú el sistema privado de salud atiende solo el 5% de la demanda. El 95% restante lo atienden el Ministerio de Salud (Minsa), Essalud y la Sanidad de las fuerzas policiales y militares. Pero eso no es todo. Más del 80% de las farmacias están bajo control del Estado (Minsa y Essalud) y solo el 20% es atendido por las farmacias privadas. Una pregunta, entonces, es inevitable: ¿el desastre del sistema de salud es por exceso de sector privado o más bien por falta de inversión privada? La respuesta no necesita mayor discusión.

En la guerra por el lenguaje –que ganan los comunistas–, los profesores, los dirigentes empresariales e incluso los gerentes de corporaciones suelen ceder ante la ofensiva cultural, por temor a ser demonizados por los sectores intolerantes que se envuelven con la tolerancia. Un caso paradigmático es el de la marca de mazamorra Negrita. Y, bueno, en general la élite también se asusta y repite estribillos que se han vuelto sentidos comunes.

En el Perú el gran debate es cómo reconstruimos el modelo devastado por una pésima administración y que nos dejará con más del 15% del PBI destruido, con cerca de siete millones de empleos perdidos y con cerca del 30% de la población debajo de la línea de la pobreza. Y, además, con un déficit fiscal que sobrepasará el 10% del PBI y acrecentará la deuda pública en por lo menos otro 10% del PBI.

En este contexto, hablar de más Estado o incrementar el gasto social es proponer el camino chavista estatista. Aumentar impuestos sería clavar la daga en la nuca de un sector privado extremadamente golpeado por el fracaso de la política sanitaria y el confinamiento ciego, no obstante que este sector aporta el 80% de los ingresos fiscales y provee el 85% del empleo.

Seguir fustigando al sector privado como el “gran enemigo explotador” en la educación –pese al desastre estatal en los colegios–, en la oferta de medicinas y en otros sectores (como la minería) es, simplemente, velar el claro proyecto colectivista de quienes han manejado el Estado en las últimas dos décadas. Y que han construido “un estado de bienestar” –para atender clientelas– sobre la pobreza: ministerios de Ambiente, Cultura, de la Mujer, Midis, entre otros.

En cualquier caso, la guerra ideológica hoy no acaece con balas, tal como sucedía en el siglo pasado, sino con tuits y lenguaje. Y es que, según la Biblia, primero fue el Verbo.

  • 31 de agosto del 2020

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