Editorial Política

¡El chavismo se disfraza de asamblea constituyente!

La propuesta de cambiar el modelo económico

¡El chavismo se disfraza de asamblea constituyente!
  • 16 de noviembre del 2018

 

El presidente Vizcarra le impuso al Congreso cuatro reformas constitucionales, el plazo de la aprobación de las mismas y el referéndum, como una forma de sancionar las transformaciones constitucionales. Inexplicablemente el Congreso se allanó a la demanda presidencial y comenzó a abrirse una Caja de Pandora de consecuencias impredecibles.

Hoy el jefe de Estado, por ejemplo, señala que apoya la no reelección de congresistas, pero que se opone a la bicameralidad. Es decir, la reforma política bloqueada: unicameralidad más deteriorada sin reelección parlamentaria. Pero eso no es todo. El Frente Amplio, Nuevo Perú y todos los movimientos antisistema parecen entender que el próximo referéndum no producirá las reformas ansiadas por la población y, con gran sagacidad, se han lanzado a promover la convocatoria de una asamblea constituyente. Pero no solo el antisistema rema en ese sentido. El ministro de Justicia, Vicente Zeballos, también le ha hecho guiños a la propuesta de una nueva constituyente e, incluso, ha sostenido que el tema de fondo es el modelo económico. El asunto, pues, podría ser más grave de lo que parece.

Ahora bien, ¿cuál es la esencia de la propuesta de una nueva asamblea constituyente? Todo los hechos indican que la voluntad de crear un momento constituyente no proviene del deseo de reformar el sistema político, de establecer nuevas relaciones entre Ejecutivo y Legislativo, de precisar los vínculos entre las entidades del sistema de justicia o de reformular competencias y funciones de los gobiernos central, regional y local, en medio de una fallida descentralización. No, el ímpetu por una constituyente busca acabar con el régimen económico de la Carta Política de 1993, que establece una constitucionalidad procapitalista, proempresa y prosociedad, en detrimento de la intervención del Estado. En otras palabras, más poder a la sociedad, a los individuos y a los privados, y un Estado más controlado.

Con la Constitución de 1993 se acabó, por ejemplo, con el Estado-empresario, con la regulación de precios y mercados y con el proteccionismo que impedía el libre comercio. Es decir se acabó con el modelo económico que hoy ha desatado la peor tragedia humanitaria de América Latina en Venezuela. Los jóvenes peruanos deben saber que el déficit fiscal incontrolable de las empresas estatales (que desató la hiperinflación) sucedió en el Perú con el modelo velasquista que perduró hasta la Carta de 1993. También deberían saber que las colas por arroz, carne y papel higiénico acaecieron en nuestro país en la década de los ochenta. En otras palabras, la tragedia chavista se escenificó —con toda la truculencia que hoy contemplamos en Venezuela— a la sombra del régimen económico de la Constitución previa. Es decir, la de 1979.

Uno de los principios rectores de la Carta de 1993 es que los contratos son inviolables, a tal extremo que no pueden ser modificados por ley. De otro lado, se estableció el sistema de protección a la propiedad, que caracteriza a las sociedades occidentales, y se liberaron las tierras agrícolas de conceptos gaseosos como los del cooperativismo y el comunitarismo, que impedían que los capitales e inversiones fluyeran hacia el campo. También se prohibió expresamente la existencia del Estado-empresario que ha destruido las economías de la región. Hoy el Estado peruano cumple un papel subsidiario frente al sector privado.

Gracias a la nueva constitucionalidad económica, el Perú logró triplicar su PBI, reducir la pobreza del 60% de la población hasta el 20%, expandir a las clases medias y transformar por completo el rostro económico y social del Perú. Gracias, pues, a la Constitución de 1993 el Perú está entre los países viables de América Latina, al lado de Chile, Colombia, México, Panamá, Uruguay y otros. No está entre los países en escombros, como Venezuela, y tampoco obligado a superar las penurias económicas que golpean en Argentina y Brasil.

Cuando los comunismos, los populismos, las propuestas antisistema y los ministros desubicados del Gabinete Villanueva, aceptan siquiera la posibilidad de un momento constituyente en el Perú, en realidad solo son fieles a sus ideologías y se convierten en enemigos de los pobres del país.

 

  • 16 de noviembre del 2018

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