La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Luego de las investigaciones del Ministerio Público en contra del presidente Castillo, después de la elección de la nueva mesa directiva del Congreso y del mensaje presidencial de Fiestas Patrias, todo indica que continuamos en una disyuntiva que destruye la peruanidad. Por un lado, un Gobierno que desata la anarquía y el desgobierno general con el objetivo de convocar una constituyente; y por el otro, un Congreso que no puede formar la mayoría para vacar o inhabilitar a los miembros del Ejecutivo.
No obstante vale aclarar algo fundamental: si la vacancia o las inhabilitaciones de los miembros del Ejecutivo no proceden es porque a los 37 congresistas elegidos por Perú Libre –más allá de los fuegos de artificio de las divisiones en varias bancadas– se deben sumar los 5 representantes de Juntos por el Perú y alrededor de 9 congresistas de Acción Popular, vinculados al sector de izquierda marxista de Yhony Lescano. Allí está la principal línea de defensa del Ejecutivo; es decir, el mismo bloque comunista y de izquierda con el que llegaron al poder. ¿Alguien duda de estas conclusiones? Por favor, desarrolle sumas y analice comportamientos.
Por todas estas consideraciones, la oposición democrática, dentro y fuera del Congreso, debe tener una estrategia que persista en la vacancia y la inhabilitación de los miembros del Ejecutivo; pero igualmente debe plantearse objetivos y batallas parciales. Durante el año pasado, el Legislativo, igualmente, no pudo formar mayoría para vacar al jefe de Estado; sin embargo, logró archivar el proyecto de asamblea constituyente, elegir a los seis miembros del Tribunal Constitucional y restablecer el equilibrio de poderes con la ley sobre la cuestión de confianza, entre otras normas.
El resultado: se evitó la constituyente, al menos por ahora; se detuvieron las nacionalizaciones y se preservó el modelo económico en términos generales. Por su lado, el Gobierno comunista y progresista se derrumbó en su propia ineficacia y corrupción.
En ese contexto, todos los sectores de la oposición democrática y la actual mesa directiva, conducida por Lady Camones y Martha Moyano, deberían apostar a mantener esa mayoría que hizo posible detener el proyecto bolivariano y definir objetivos parciales con absoluta claridad.
Por ejemplo, mientras retrocedía en la constituyente y las nacionalizaciones, el Ejecutivo lanzó una ofensiva en la legislación laboral para ahogar la inversión privada. Un objetivo fundamental para ralentizar el crecimiento, aumentar la pobreza y avanzar hacia la constituyente. La mayoría del Congreso, entonces, en el transcurso de la siguiente semana debería proceder a derogar el decreto que elimina la tercerización laboral y el decreto que empodera a los sindicatos en contra de la inversión privada. Son normas que establecen que el bienestar de los trabajadores proviene de las negociaciones por rama y la lucha de clases, e ignoran que cualquier avance de los trabajadores en la historia de la humanidad solo viene de la inversión y el crecimiento.
Otra idea de batalla parcial para la oposición democrática: el sistema republicano necesita una ley de desarrollo constitucional que precise las relaciones entre el Congreso y el Poder Judicial, con el fin de evitar que jueces provisionales, con horas en el cargo, arrasen con las funciones exclusivas y excluyentes del Congreso. Semejante situación, a nuestro entender, es una forma de clausurar de a pocos la primera asamblea del país.
Imaginemos que el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo promulgue una norma estableciendo el derecho pleno de los sindicatos a participar en los directorios de las empresas. Imaginemos que el Congreso deroga esta norma en el acto por inconstitucional. Imaginemos también que un juez suplente acepta un amparo y le ordena al Congreso evitar la derogatoria.
De esta manera, poco a poco, sin necesidad de una constituyente ni leyes aprobadas en el Congreso, el comunismo y el progresismo podrían derribar el sistema republicano. Allí reside entonces la idea de batallas parciales.
La oposición debe reflexionar. Objetivos generales sin batallas parciales parece ser parte del plan cubano bolivariano para la oposición. Necesitamos, pues, dos tácticas para preservar la libertad.
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