La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Hoy el milagro económico peruano –que alguna vez el mundo reconocía– se ha detenido por la mala política (lo mismo ha sucedido en Chile), la polarización fujimorismo-antifujimorismo y la sobrerregulación del Estado peruano. Desde el 2014 el Perú comenzó una lenta involución institucional y económica por la extrema burocratización del aparato estatal y la imposibilidad de abandonar una narrativa (la mencionada polarización) que enfrentaba a los peruanos y destruía todos los activos políticos y económicos alcanzados en las últimas décadas.
Desde esa fecha, el PBI del país dejó de crecer en 6% en promedio anual y pasó a sumar menos de 3%, y la reducción de pobreza se lentificó con el descenso del crecimiento económico. En ese contexto, se produjo la elección de Pedro Castillo, se desató una explosión nuclear contra el modelo y, simplemente, se frenó la posibilidad de cualquier nueva inversión. Hasta hoy no salimos de esos círculos negativos.
Hoy todos reconocen que estamos en recesión. ¿Qué hacer para enfrentar esta tragedia que solo aumentará la pobreza? En primer lugar, todas las fuerzas y sectores sociales que enfrentaron el proyecto de la asamblea constituyente y las propuestas de nacionalizaciones del Gobierno de Castillo deben asumir la cuestión económica como asunto central. La centro derecha sigue considerando que puede separar la lucha política de la defensa del modelo económico. Pero si la recesión no se detiene y sigue aumentando la pobreza no habrá futuro político para ningún espacio de la centro derecha. De allí también la urgencia de considerar la unidad política de este sector, como herramienta impostergable, para enfrentar las elecciones del 2026.
Ese viraje en la defensa del modelo económico debería llevar a los sectores que detuvieron el proyecto de la constituyente de Castillo a desarrollar un acuerdo para relanzar el modelo. Las bancadas democráticas del Legislativo deberían empezar por derogar todas las normas en contra de la inversión promulgadas por el Gobierno de Perú Libre y detener todas las iniciativas que pretenden destruir las columnas del modelo. Desde la derogatoria de los decretos que prohíben la tercerización laboral y fomentan la sindicalización artificial (con objeto de enfrentar a trabajadores y empresarios) hasta el archivamiento legislativo de las iniciativas que promueven la destrucción del sistema privado de pensiones mediante retiros indiscriminados. Igualmente se debería restablecer la plena vigencia de la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360) para relanzar las inversiones en la agroexportación, hoy frenadas, como se dice, en seco.
Sobre esta ofensiva legislativa a favor de la inversión, el Ejecutivo y el Congreso deberían conformar una comisión de alto nivel para proceder a la desburocratización del Estado: reducir todos los procedimientos a menos de cinco, a través de la instalación de ventanillas únicas en todas las dependencias estatales. El modelo debería servir para el gobierno central, los gobiernos regionales y locales, y todas las dependencias estatales.
De alguna manera, el proyecto de desburocratizar el Estado pasa por reconocer que el actual Estado sobrerregulado se ha convertido en la principal muralla en contra de la inversión privada y las iniciativas de la sociedad; e igualmente, se ha convertido en fuente directa de pobreza e informalidad. En este contexto, imaginar una reforma tributaria y laboral que considere el universo de las pequeñas empresas que proveen cerca del 80% del empleo en el país –y que, sin embargo, la mayoría de ellas está fuera del marco legal nacional– es una de las claves de la transformación del país.
Si el Perú desarrolla estos procesos y reformas se podrá detener las tendencias recesivas de la economía y relanzar la inversión privada, el principal motor de crecimiento y de reducción de pobreza. Y sobre esta base, será posible imaginar también la urgente reforma política, la reforma de la educación y del sistema de salud, y la solución de los graves problemas de infraestructuras que bloquean nuestro crecimiento.
Superar la recesión solo es posible con una política diferente, porque la principal causa del frenazo actual es precisamente la mala política.
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