La comisión de Constitución del Congreso de la R...
¿Cuán importante es la legislación laboral para la reducción de pobreza y el bienestar de los trabajadores? Analizando los ejemplos sobre el desarrollo y el subdesarrollo en el mundo es incuestionable que la legislación laboral se convierte en una especie de parteaguas entre la prosperidad y la pobreza de los países.
En contra de todos los relatos y narrativas que han construido las izquierdas comunistas y progresistas en el planeta es evidente que a “mayor “protección y declaración de los derechos del trabajador”, más pobreza y menos derechos. Únicamente bastaría analizar las legislaciones laborales de los ex países de la Unión Soviética que en sus legislaciones laborales declaraban todos los derechos a favor del trabajador, mientras desarrollaban las mayores expropiaciones de propiedad privada en la historia y se creaban infinidad de empresas estatales. Finalmente, todos sabemos que las empresas estatales soviéticas y sus legislaciones laborales solo se convirtieron en las más grandes fábricas de pobreza del mundo moderno.
El mismo modelo laboral, con matices y particularidades, se aplica en la Venezuela de hoy que, no obstante contar con las mayores reservas de petróleo del mundo, tiene a más del 80% de la población debajo de la pobreza. Asimismo el mismo modelo laboral se aplicó con el velasquismo en el Perú de los años sesenta, que empobreció a más del 60% de la población y la misma plantilla laboral se suele aplicar en América Latina en términos generales.
Muy por el contrario, países como Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Hong Kong, Singapur, Noruega, Dinamarca, suelen tener en promedio de tasas de desempleo entre 3.5% y 4% de la población económicamente activa. Es decir, logran el pleno empleo, el equilibrio entre la demanda y la oferta de trabajo. ¿Cuál es la clave de estos países? La flexibilidad laboral. Este principio se explica por el criterio acerca de que la sostenibilidad de los puestos de trabajo y de los salarios depende de la productividad y la rentabilidad que alcanzan las empresas privadas en los mercados. Ningún empleo, ningún salario, se pueden sostener en el tiempo al margen de los mercados. Allí está el ejemplo soviético para ilustrarnos.
Una de las grandes paradojas de los debates sobre la legislación laboral es que los ciudadanos de los países con “legislaciones pro trabajador, con legislaciones rígidas que declaran derechos”, suelen emigrar a los países con legislaciones laborales absolutamente flexibles. A ningún trabajador de América Latina se le ocurría migrar a Venezuela en vez de alcanzar el sueño americano en los Estados Unidos.
El Perú se ha embarcado en el camino de la legislación laboral que declara derechos al margen de la productividad y la rentabilidad de las empresas privadas. En ese sentido, en diversos rankings mundiales se establece que la legislación laboral nacional está entre las diez más sobrerreguladas del planeta. En el año 2001 una resolución del Tribunal Constitucional (TC) estableció que el trabajador despedido podía optar por la reposición en el puesto antes que la indemnización correspondiente. Es decir, en el TC se consideró que los trabajos se creaban por sentencias, por decretos, por declaraciones.
La legislación laboral en el Perú se desarrolla en contra de los principios desreguladores establecidos en la Constitución Política. Los resultados son incuestionables: más del 75% de los trabajadores está en situación de informalidad, sin acceso a sistemas de salud ni sistemas previsionales. El desempleo y la pobreza se generalizan.
La legislación laboral del país está pensada para una oferta laboral en base a puestos de trabajo creados por el Estado, porque no considera la productividad ni los mercados en relación con el empleo. Sin embargo, ya todos sabemos que las empresas estatales y el estado empleador (una de las caras del Estado empresario), en realidad, son las fábricas que masifican la pobreza en la sociedad.
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