Antimineros: amenaza latente en el sur

En la semana pasada, un estado de emergencia por 30 días en el corredor vial Arequipa-Arequipa-Cusco, establecido por el Gobierno, logró reiniciar las operaciones mineras de Las Bambas. La vía fue reabierta, tanto para los camiones que transportan mineral como para los pobladores. Sin embargo, los que cavaron zanjas en la carretera para bloquearla, liderados por los hermanos Frank y Jorge Chávez —que fungen de asesores legales y cobran fuertes sumas de dinero a las comunidades— se han desplazado al distrito de Velille, Chumbivilcas (Cusco), poniendo en peligro la tranquilidad de la mina Constancia.

El llamado Corredor Minero del Sur —que comprende los departamentos de Apurímac, Arequipa y Cusco— es constantemente atacado por el ambientalismo ideológico y sus planes de detener el 60% de la producción de cobre en el Perú. Alegan contaminaciones ambientales y desentendimientos sociales que no existen. Por estos días están tratando de apuntalar las candidaturas, vinculadas a la extrema izquierda, a los gobiernos municipales y regionales de las próximas elecciones de octubre, de cara hacia el 2021.

En los distritos de Velille, Chamaca y Livitaca, donde la minera Hudbay Perú opera la mina Constancia, piquetes de antimineros solapados —con el cuento de ser mineros artesanales— están tratando de establecerse en los terrenos concesionados a la mina. Insisten en desarrollar actividades relacionadas con la minera tradicional y artesanal. Los antimineros alientan y constituyen federaciones de pequeños productores mineros. En Cusco, una Federación de Mineros Artesanales, encabezada por José Camilo Acrota Huarcaya, constantemente anuncia reuniones en la provincia de Chumbivilcas con el fin de promover la minería informal y crear desconcierto entre la población. Se disfrazan incluso de pequeños inversionistas para tratar de convencer a los comuneros de dejar sus labores agrícolas y ganaderas para unirse a la supuesta “minería artesanal”.

Sin embargo, la población ya sabe que son los mismos activistas que andan de un lugar a otro, azuzando a la población no solo en contra de la minera sino, además, en contra del sistema democrático, de las industrias y del libre mercado. Los bien pertrechados, remunerados y asesorados activistas antimineros están desarrollando actividades antisistema gracias a la falta de Estado en el interior de las provincias.

Las grandes mentiras desarrolladas por el ambientalismo ideológico niegan que el cobre es el motor de la economía nacional, a pesar de representar el 60% de los ingresos por exportaciones nacionales, aproximadamente el 14% del PBI y el 20% de la recaudación fiscal. Así también, niegan que en el corredor minero del sur se ha logrado reducir notablemente la pobreza y los índices de informalidad y desempleo.

Los antimineros no reconocen las grandes transformaciones de los poblados mineros. Callan y esconden todos los aportes voluntarios de, por ejemplo, Hudbay Perú destinados a proyectos relacionados con el medioambiente, la educación, la salud, las iniciativas económicas de las localidades, y la capacitación y entrenamiento en gestión pública.

Desde un inicio Hudbay desarrolló actividades destinadas a fortalecer la economía de las zonas de influencia minera. Por ejemplo, en 2015 ayudó a los comuneros a crear empresas para realizar servicios de transporte de personal. Desde entonces, más de 500 comuneros trabajan en las operaciones mineras. Entre las numerosas actividades de desarrollo empresarial en la comunidad de campesina Quehuincha, distrito de Livitaca, y bajo el sistema Obras por Impuestos (OxI), la minera ha invertido más de un millón de soles en un sistema de riego para mejorar las actividades agrarias de los pobladores. Además, tiene convenios de apoyo por más de S/ 3 millones que respeta escrupulosamente. Un dinero orientado a desarrollar las comunidades donde la mina Constancia se ha establecido y se ha convertido en buen vecino.