Editorial Política

Anticomunistas del Ejecutivo y del Congreso, ¡uníos!

La urgencia de detener al populismo y al colectivismo

Anticomunistas del Ejecutivo y del Congreso, ¡uníos!
  • 01 de julio del 2020

Las propuestas populistas, colectivistas y estatistas se multiplican en el Ejecutivo y el Congreso, luego del gambito presidencial de la estatización de las clínicas, un devastador golpe para el proceso de reactivación que demanda la movilización de inversiones y mercados para enfrentar la impresionante caída del PBI.

La recesión –que se engullirá más del 15% del PBI, que destruirá más de tres millones de empleos y empujará a un tercio de la población debajo de la línea de la pobreza– es el territorio en el cual proliferan las iniciativas populistas que buscan desmontar molécula por molécula, ladrillo por ladrillo, el modelo económico y social que posibilitó triplicar el PBI, reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20% (hasta antes de la pandemia) y, sobre todo, crear un clima de estabilidad institucional que permitió desarrollar cuatro elecciones sucesivas sin interrupciones. 

El populismo y el estatismo son un huracán en el Ejecutivo y el Congreso. Sin embargo, quienes pretendemos defender el sistema republicano también debemos entender que, en ambos poderes del Estado, hay resistencias en contra de las estratagemas comunistas. Más allá de los yerros del Ejecutivo, es evidente que los titulares del Ministerio de Economía y otros despachos vinculados a los sectores productivos, enfrentan la embestida colectivista de los sectores de Salud, Educación y Cultura, por ejemplo.

Allí está la campaña comunista en contra del plan Reactiva Perú, por ejemplo. Es incuestionable que este plan falla porque no incorpora a las pymes a los planes crediticios. Una verdad maciza que también está vinculada a la alta informalidad. No falla por los créditos que se otorgan a las grandes empresas. De ninguna manera. 

Si alrededor de 40 corporaciones aportan el 85% del impuesto a la renta y el sector privado financia el 80% de todos los ingresos del Estado, y de pronto ese mismo Estado le dice a las empresas que dejen de trabajar tres meses y medio, ¿acaso no es justo extender líneas de crédito a las corporaciones que paran la olla del Perú? Claro que es justo. Lo que es injusto es que el plan no llegue a las pymes. Sin embargo, contraponer el crédito para las pequeñas unidades con el destinado a las grandes empresas solo es una estratagema comunista que busca quebrar el gran tejido empresarial que ha sustentado al Perú en las últimas tres décadas. ¿O acaso debemos estatizar un poquito a las grandes compañías mediante un confinamiento ciego para seguir avanzando? Y, si estatizamos alguito, ¿cómo quedarían los ingresos del Estado? Es claro, pues, que estamos ante un discurso comunista.

De otro lado, en el Congreso se multiplican las propuestas para regular los precios de las medicinas y las pensiones, y congelar las obligaciones e intereses bancarios. Los populistas, que buscan el aplauso semanal, ignoran que la Constitución prohíbe regular precios de manera directa o indirecta, y también intervenir mediante ley los contratos entre privados. Asimismo, los comunistas promueven que el Perú suscriba el Acuerdo de Escazú para crear una legislación supranacional que bloquee inversiones en minería, hidrocarburos y recursos naturales.

Al margen de las intenciones y las inocencias de nuestros políticos es evidente que estas medidas, en medio de una recesión devastadora, solo acelerarán la quiebra y el debilitamiento general del sector privado del país, objetivo estratégico de todas las corrientes comunistas, antes de las elecciones generales. Es el camino de la autodestrucción económica y social, así como de la concentración dictatorial del poder que padece Venezuela. De allí la necesidad de lanzar una alerta general y pedirle a todos los republicanos y anticomunistas del Ejecutivo, del Congreso, de la sociedad y del sector privado, ¡uníos! No es tarde para enfrentar la embestida colectivista que se dibuja en el horizonte.

El Perú tiene enormes posibilidades de superar esta devastadora recesión, al margen de los errores del Ejecutivo. Si reorientamos los gastos del Estado (US$ 65,000 millones antes de la pandemia) reduciendo ministerios sin utilidad social (Cultura, Ambiente, Midis, de la Mujer) para focalizarlos en salud y educación, no solo tendremos un Estado más eficiente, sino que estaremos en condiciones de eliminar sobrerregulaciones y procedimientos que ahogan a la sociedad y al sector privado. Igualmente, un Estado más pequeño, más eficiente, capaz de tener respiradores y pruebas moleculares, también nos permitirá desarrollar una reforma tributaria con un sistema simplificado y con tasas impositivas amigables para ampliar la base tributaria.

Por todas estas consideraciones, lo volvemos a plantear, ¡anticomunistas del Ejecutivo y del Congreso, uníos!

  • 01 de julio del 2020

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