12 de setiembre: ¡Terrorismo nunca más!

El próximo lunes, 12 de septiembre, se cumple un aniversario más de la captura de Abimael Guzmán, también conocido como “Presidente Gonzalo”, líder del Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso, una de las organizaciones comunistas terroristas más letales del planeta, según los organismos de inteligencia de Estados Unidos, los países europeos y la mayoría de las democracias del planeta. 

Se han sucedido más de tres décadas y los demócratas no suelen celebrar el acontecimiento. Por este motivo, diversos colectivos están convocando a una gran movilización mañana sábado a las 3:30 p.m. en el Parque Almirante Grau de Miraflores. Todos los republicanos deben estar presentes.

Una de las cosas que sorprendió al mundo fue la manera como se desarrolló la captura del líder terrorista, por parte del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Policía Nacional del Perú. El arresto del genocida y terrorista se produjo sin disparar un solo tiro, luego de un paciente, prolijo y heroico trabajo de inteligencia de un grupo de policías. La captura de Guzmán debería formar parte del currículo escolar y de la memoria nacional. Sin embargo, el progresismo ha levantado diversas leyendas y relatos para evitar la celebración nacional.

Vale recordar que Sendero Luminoso llegó a controlar una tercera parte del área rural del país en base al genocidio y terror. Las columnas del llamado Ejército Guerrillero Popular ingresaban a las comunidades campesinas y pueblos y masacraban a hombres, mujeres (incluido las gestantes) y niños, con el objeto de escarmentar a los campesinos por eventuales apoyos a las fuerzas armadas y al Estado. Las masacres senderistas son postales de cualquier museo mundial del horror comunista.

En las poblaciones se asesinaba a los tenientes gobernadores, a los jueces de paz y a cualquier autoridad que representaba al Estado, con el objeto de eliminar “el viejo estado burgués terrateniente” e instalar un “nuevo estado de democracia popular”. En este contexto emergió lo inesperado: una alianza entre los campesinos, las fuerzas armadas, las iglesias cristianas católicas y evangélicas, para formar los comités de defensa campesina (DECAS) que se convirtieron en una verdadera expresión del pueblo en armas en contra de la agresión terrorista.

Luego de este proceso, en muy poco tiempo, la mayor movilización campesina de la historia republicana escenificó una de las estrategias antisubversivas y antiterroristas más democrática y con mayor participación ciudadana del planeta. Las Decas avanzaron en el campo, derrotando el control senderista y recuperando el área rural para la democracia y el Perú. En muy pocos años uno de los terrorismos más letales del planeta fue derrotado. A Colombia, por ejemplo, derrotar el terror en el campo le está costando más de medio siglo.

Ante la derrota terrorista en el campo, los restos del senderismo se trasladaron hacia las ciudades, en una especie de fuga adelante que rompía el dogma maoísta de la guerra popular del campo a la ciudad. Para todos es sabido que los terrorismos son vulnerables en las ciudades: no hay las cañadas de los valles rurales que sirven para proteger a los núcleos armados subversivos y emboscar a las fuerzas armadas y policiales.

En este contexto, el impecable trabajo de inteligencia del GEIN fue posible, y la captura de Guzmán se convirtió en un hito mundial para cualquier estrategia contraterrorista en democracia: se capturó a un jefe terrorista, y luego a casi todo su mando político, sin disparar un solo tiro e, incluso, Guzmán murió en prisión purgando su sentencia.

Sin embargo, la pregunta es, ¿por qué los peruanos no celebramos la única guerra en que ricos y pobres, costeños, serranos y selváticos se unieron contra el terrorismo como enemigo común? ¿Por qué no celebramos la captura de Guzmán y reconocemos una de las estrategias contraterroristas más democráticas e inclusivas del planeta? La respuesta: por los relatos y narrativas que construyeron la izquierda y el progresismo, los mismos relatos que posibilitaron la elección de Castillo, el peor candidato y el menos preparado de toda la historia republicana.