Venezuela: ¡Sálvese quien pueda!

Sobre el avance de la segunda ola del Covid, el presidente Nicolás Maduro solo se ha limitado a señalar que “el coronavirus, tan peligroso y alarmante, amenaza con una segunda ola pavorosa”, sin establecer con claridad cómo debe contenerse esa ola. En Venezuela se siguen cometiendo los mismos errores desde que la pandemia comenzó, mientras que las condiciones del sistema de salud siguen igual de deterioradas. Y además se carece de unidades de cuidados intensivos (UCI), de generadores de oxígeno y de equipos de protección personal (EPP), tan necesarios para enfrentar la pandemia.

Los numerosos médicos cubanos que llegaron a Venezuela, aparentemente siendo parte de un equipo médico de todas las especialidades, brillan por su ausencia. Los venezolanos denuncian la inexistente medicina preventiva y la falta de atención primaria en el sistema público de sanidad, de la que tanto alarde se hizo. Asimismo, la gestión socialista sigue ocultando el número real de las personas contagiadas y fallecidas. Según los datos oficiales, durante la pandemia solo han fallecido por Covid-19 unas mil personas. Sin embargo, algunos médicos han comenzado a señalar que existen subregistros. Los especialistas del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) no pueden hacer estimaciones sobre los efectos de la pandemia en Venezuela por la falta de transparencia de datos y estadísticas. El número de muertos por Covid-19 y otras enfermedades es un misterio.    

En este escenario de desesperación y muerte, “el sálvense quien pueda” se cumple en el país llanero. En cuestiones sanitarias, el Gobierno comunista de Maduro ha abandonado a su suerte a la población. Y las personas solidarias no cuentan con los recursos necesarios para salvar vidas. 

Para los venezolanos, la Comisión Presidencial para la Prevención de Covid-19 está pintada en la pared. Esta entidad ha sido nombrada para supuestamente organizar un plan contra la expansión de la pandemia. Sin embargo, ese plan no existe. Según Antonio Mata, infectólogo venezolano, el contagio y desarrollo de la enfermedad en los niños depende del sistema inmunológico, y se agrava por la malnutrición. 

Como se sabe, la anemia afecta a más del 50% de los niños venezolanos, por la marcada deficiencia alimentaria. El avance del chavismo ha logrado que cerca del 62% de la población haya caído bajo anemia. Las personas famélicas, con los rostros desencajados, son la imagen deprimente en las calles de Caracas. “¿Qué puede alimentar lo que se encuentra en la basura?”, pregunta Jorge, peruano que vive en Venezuela cerca de 40 años.

Para los venezolanos, el relajamiento de las normas de prevención ordenadas por las autoridades depende directamente de la economía de la población. “Si no hay dinero para comer ni comprar medicinas urgentes, no se puede hablar de comprar tapabocas o alcohol. Tampoco podemos lavarnos las manos constantemente porque el agua es un recurso que casi no existe, y si existe está contaminado”, señala Jorge.   

Según Julio Castro, infectólogo del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, en Colombia se realizan 60,000 pruebas diarias de detección de coronavirus, mientras que en Venezuela solo se hacen alrededor de mil. “A Maduro no le interesa la salud de la población, le interesa mantenerse en el poder a toda costa, esa es su gran preocupación”, añade Jorge.

El socialismo ha fracasado en su pretensión de imponer un sistema en el que el bienestar provenga de la acción estatal y no del sector privado. Ese es el origen de la tragedia. El socialismo del siglo XXI ha desatado en Venezuela una de las mayores olas migratorias de jóvenes de América Latina y el mundo. La gente huye buscando salud, comida y trabajo para salvar a los viejos que permanecen bajo la tragedia chavista. Cerca de seis millones de venezolanos han huido del chavismo, casi un millón de ellos están en Perú. Son cifras que demuestran cómo la llamada patria socialista organiza privilegios para los partidarizados –comisarios defensores de la revolución–, mercantilismo para las empresas aliadas con el comunismo y muerte para el resto de la población.