La pesada herencia que recibe Macri

Tras 12 años de gobiernos peronistas, recibe un país en crisis

Mauricio Macri es el nuevo presidente de Argentina. Los resultados oficiales publicados por la Dirección Nacional Electoral (DNE) otorgaron al candidato de Cambiemos el 51.4% de votos escrutados frente al 48.4% que obtuvo Daniel Scioli (al 99% del recuento oficial), candidato del Frente para la Victoria y del oficialismo Kirchnerista. Semejante resultado representa una amarga derrota para Cristina Fernández de Kirchner y el peronismo en el poder desde hace doce años, y un aparente giro político importante en esta parte del continente.

Ha sido la primera vez que los argentinos han elegido a un presidente en segunda vuelta. En las pasadas elecciones de octubre, Scioli y Macri alcanzaron el 37% y el 34% de los votos, respectivamente, forzando el ballotage, escenario que el oficialismo quiso evitar a toda costa.

Diversos análisis proyectaban un triunfo holgado de Macri en la segunda vuelta no obstante que en los últimos días algunas encuestadoras proyectaban un repunte de Scioli. En ese sentido, los resultados de la DNE, han ratificado lo que se esperaba.  

Macri tendrá que lidiar pronto, una vez que asuma la presidencia, con la pesada herencia que le dejan la todavía mandataria Cristina Fernández y los doce años de kirchnerismo. La delicada economía argentina muestra hoy cifras en rojo que deben ser corregidas. Fernández deja un país con un 8% de déficit fiscal, una inflación anual proyectada a 15% para el 2015; y según el Fondo Monetario Internacional (FMI) el PBI argentino caerá -0,7% en el 2016 y el desempleo llegará al 8,4%. A pesar de la enorme propaganda oficialista, hay más de 12 millones de argentinos considerados pobres.

¿Cuáles serán las primeras medidas económicas? El equipo del presidente electo han descartado durante la campaña un ajuste económico y a una devaluación. Y el propio Macri ha señalado que optará por una salida “gradual” para así evitar un “shock”.

Con respecto al llamado “cepo al dólar” o política de control de cambios que impuso el actual gobierno para restringir la compra-venta libre de esa divisa, el ahora presidente electo ha dicho que la cancelará para incentivar a los sectores productivos. En ese sentido, Macri también ha propuesto la eliminación de los impuestos a la soja, uno de los productos de exportación bandera de la Argentina, y una reforma del sistema impositivo.

Además, dentro de los planes económicos del nuevo gobierno se quiere lanzar un plan inversión en infraestructura, mejorar los servicios públicos, rectificar las tarifas de la electricidad y acabar con los subsidios que han beneficiado al 30% más rico de la población. Asimismo, se convocará al sector privado, que en los últimos años ha huido del país debido la poca predictibilidad, y se renegociará los llamados “fondos buitres” con la Corte de Justicia de los Estados Unidos, para restablecer el acceso de Argentina al crédito.

En cuanto a las políticas sociales, Macri ha afirmado que mejorará los programas de asistencia social extendiendo la asignación universal a los hijos de los “monotributaristas” (pequeños y medianos empresarios), también las pensiones para adultos mayores y la ejecución de una Red Nacional de Primera Infancia.

En suma, Mauricio Macri recibe un país con serios problemas económicos que constituyen la pesada herencia de 12 años de políticas populistas y estatistas por parte del peronismo.

Argentina, Brasil y Venezuela, las tres economías más importantes de Sudamérica, se favorecieron del súper ciclo de los precios de los commodities bajo gobiernos populistas y, sin embargo, hoy atraviesan profundas crisis económicas, a diferencia del Perú, Chile o Colombia, que han mantenido su crecimiento económico gracias a la aplicación de políticas de mercado y libre comercio.

Macri ha ganado con holgura y termina así el ciclo Kirchnerista, que se bate en retirada, derrotado y envuelto además en denuncias de corrupción. Como alguien dijo alguna vez, el peronismo ostenta el singular récord mundial de haber logrado que un país haga el tránsito del desarrollo al subdesarrollo.