La pechada del presidente de Ucrania, Volodímir Zelensk...
Los países hispanoamericanos siguen perdiendo la batalla por el crecimiento y el desarrollo, en comparación con otras regiones de países emergentes. Los organismos multilaterales proyectan un crecimiento promedio para Hispanoamérica entre 2.4% y 2.5%, más allá de que las cifras podrían inclinarse hacia la baja. África crecerá entre 3.7% y 4.2% en promedio, en medio de una incesante urbanización y digitalización de las sociedades. Asia Oriental y del Pacífico se expandirá en 4.5% en promedio, mientras que Asia Meridional sobrepasará el 6%.
¿Por qué América Hispana ha perdido la velocidad del desarrollo y se convierte en uno de los últimos vagones del planeta? Si comparamos a la región hispanoamericana con Asia cuatro décadas atrás, cuando los países asiáticos eran pobres o de ingreso bajo, y analizamos las cifras de la actualidad los contrastes son aterradores. Asia va en camino a convertirse en una región de países desarrollados (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y otros) con gran expansión de clases medias, en tanto que los países hispanoamericanos mantienen su condición de sociedades de ingreso medio o de pobres. Nuestra región parece haberse congelado en el tiempo.
Es evidente que la causa de esta situación está en que los países latinoamericanos no han desarrollado reformas para transformar sus instituciones y consolidar sus estados de derecho, no han reformado sus sistemas educativos, sus sistemas sanitarios ni han resuelto los déficits acumulados en infraestructuras. Tampoco han desarrollado inversiones significativas en ciencia y tecnología. En Asia, por el contrario, países como Corea del Sur sí lo han hecho, profundizando sus reformas estructurales y logrando abreviar el camino al desarrollo y la consolidación de sus clases medias.
Sin embargo, vale preguntarse por qué se presenta esta situación en Hispanoamérica. ¿Por qué es imposible desarrollar reformas laborales o tributarias? ¿Por qué los gobiernos de izquierda intentan colectivizarlo todo apenas llegan al poder? Es incuestionable que, luego de la caída del Muro de Berlín y el fin del sistema soviético en el siglo pasado, la llamada Guerra Fría parece haberse trasladado a América Latina. Ninguna región de países emergentes enfrenta la feroz guerra cultural e ideológica que se libra en América Latina, que impide asumir un modelo económico previsible y que convoque inversiones mundiales, tal como empieza a suceder en África y ya acaece en Asia y Europa del Este, por ejemplo.
Las recientes elecciones en Ecuador –en donde se produjo un empate técnico entre el presidente y candidato de la derecha, Daniel Noboa, y la candidata del correísmo, Luisa Gonzáles– parecen anunciar el triunfo de las izquierdas en la segunda vuelta. El gobierno del presidente Lula en Brasil enfrenta graves problemas económicos ante el desplome del real frente al dólar, el aumento de la inflación, el descontrol del gasto y el aumento de la deuda pública. Semejante estado de cosas hace prever que el regreso de la derecha es una enorme posibilidad en el Brasil.
Igualmente, en Chile, luego del triunfo de la izquierda en la Convención Constituyente y la elección del colectivista Gabriel Boric, la mayoría de los chilenos ha rechazado categóricamente a las izquierdas y tres candidatos de derecha están primeros en las encuestas para las elecciones nacionales de este año: Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser.
¿Acaso América Hispana está condenada a un eterno péndulo entre derechas e izquierdas, en el que cada nuevo gobierno que se instala pretende refundar la sociedad? Es evidente que la Guerra Fría ideológica que desarrollan en la región el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla está desencadenando una incertidumbre general con respecto al modelo económico, que paraliza cualquier posibilidad de reforma y congela a la región en el subdesarrollo.
El gran problema es que por el lado de las derechas tampoco parece haber respuesta, más allá de cifras y argumentos económicos, no obstante que las izquierdas han paralizado a Hispanoamérica ganando la guerra cultural e ideológica de la sociedad. El futuro de la región parece resumirse en cómo evolucione la guerra cultural.
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