Globalización

Intentando descifrar la ofensiva mundial de Trump

Reacción ante la erosión causada por el wokismo

Intentando descifrar la ofensiva mundial de Trump
  • 06 de febrero del 2025

 

El presidente Donald Trump ha lanzado una ofensiva sin precedentes en las relaciones internacionales, luego de las guerras mundiales del siglo pasado e, incluso, después de la caída del Muro de Berlín y del sistema soviético. El mandatario estadounidense ha utilizado la presión del arancel como una poderosa arma política en contra de Colombia, México y Canadá, y ha logrado resultados auspiciosos. En el caso de los últimos dos países la subida de las tarifas comerciales se postergó por 30 días hasta que México y Canadá cierren sus fronteras a la hemorragia del fentanilo que destruye a la juventud estadounidense y pone en peligro ciudades y barrios enteros de los Estados Unidos.

¿Cómo descifrar o entender esta ofensiva mundial de Trump? Antes de las últimas elecciones en los Estados Unidos la polarización entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata había escalado a niveles impensados y la judicialización contra el propio Trump hacía recordar los peores momentos de la judicialización política en Perú y otros países de la región. Ante esta situación, entre algunos analistas y en la propia academia progresista del gigante del norte, se comenzaba a resucitar las sombras de la Guerra de Secesión del siglo XIX. 

La visión del mundo y los juicios morales de republicanos y demócratas eran tan encontrados, tan polarizados, que algunos se atrevían a sostener que había llegado el fin de la gran unión americana de los 50 estados. En la base de esta revolución cultural –sin partido único ni dictadura de por medio– inevitablemente estaba el wokismo estadounidense, que llamaba a derribar las estatuas de Jefferson y los padres fundadores por su vinculación con el esclavismo. La conclusión parecía devastadora: la influencia wokista y progresista señalaba que la gran unión había nacido con un pecado mortal y merecía desaparecer, merecía disolverse.

De esta manera, el gran imperio que libró dos guerras mundiales en el siglo XX en defensa de los Derechos Humanos y las libertades estaba llamado a desaparecer para el beneplácito y el festín de todos los países que convergían en un gran frente antioccidental. En ese escenario el desplazamiento del gran imperio occidental solo era un asunto de cronología. Y de alguna manera el progresismo y el wokismo promovían la migración ilegal que destruía el Estado de derecho en los estados de la unión y una política de fronteras abstencionista a pesar de que el fentanilo –que reemplaza a la cocaína– destruye generaciones enteras de estadounidenses. Todo esto sucedía mientras los demócratas y la industria militar alentaban guerras en el mundo, destruyendo la energía del gran imperio de la libertad.

Contra todo eso ha emergido Trump. Sin embargo, Trump es un actor más de una visión imperial en Estados Unidos que existe y respira con fuerza al lado de la república, tal como sucedía con el imperio romano, en donde se combinaba imperio y república. Esa visión imperial ha reaccionado con una fuerza inusitada y, a partir de ahora, todas las guerras que librará el imperio solo serán en defensa del imperio.

De allí que la estrategia del arancel hoy se focalice en la migración ilegal y la guerra mundial contra las drogas. De allí que el desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que promovía el wokismo mundial y engordaba a todos los enemigos de los Estados Unidos, y que ahora es calificada por Trump como un “nido de lunáticos radicales”.

La visión imperial en los Estados Unidos parece señalar que el imperio occidental solo se preservará si es que se relanza la economía estadounidense y se gana la primacía tecnológica del planeta (de allí la presencia de Elon Musk). Sin embargo, mover aranceles por cuestiones políticas puede llevar a restar competitividad a los Estados Unidos, que sigue siendo uno de los mayores mercados de consumidores finales del planeta (China lo es de recursos naturales).

En cualquier caso, avanzamos a una geopolítica en que se comienza a evitar la amenaza de una tercera guerra mundial y se reemplaza las tensiones militares entre potencias por la guerra de los aranceles. Más tarde, incluso, podría comenzar una guerra de los puertos tal como acaba de suceder en Panamá.

  • 06 de febrero del 2025

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