Dinastía autoritaria en Nicaragua

Presidente Ortega impone a su esposa como candidata a la vicepresidencia

Daniel Ortega, actual mandatario de Nicaragua y candidato a la reelección (la cuarta) en noviembre próximo, acaba de imponer como candidata a la vicepresidencia a su esposa Rosario Murillo, coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía. Semejante decisión confirma el talante poco democrático y el viso autoritario del gobierno de Ortega. Desde la oposición democrática nicaragüense se ha rechazado tan atrevido gesto llamando al gobierno “dictadura dinástica”, y el mundo entero contempla cómo el poder se concentra en pocas manos.

A nuestro entender la democracia moderna se construyó como un sistema de gobierno que separaba la cosa pública del poder familiar, a diferencia de las dinastías y monarquías autoritarias. En la democracia nadie está por encima de la ley y todos respetan las normas. De allí que en las sociedades que hicieron suya la democracia resulta impensable lo que ahora sucede en Nicaragua, Cuba y en Venezuela. La decisión de Ortega de colocar a su esposa como candidata a la vicepresidencia, con el movimiento "Alianza Unida, Nicaragua Triunfa", se veía venir ya que actualmente la primera dama ejerce de canciller de Nicaragua.

El poder y los favores también se han extendido a los hijos de Ortega. Camila y Luciana son asesoras presidenciales con rangos ministeriales. El hijo, Laureano Ortega, es el encargado de los negocios y acuerdos con empresarios chinos para construir el Canal de Nicaragua. Incluso existen indicios de presuntos actos de corrupción con respecto al Canal de Nicaragua. Ortega ha defendido la propuesta de Murillo como vicepresidenta ya que, según señala, “representa a las mujeres nicaragüenses”. Para la oposición en torno a la Coalición Nacional por la Democracia, la primera dama ya ejerce de forma fáctica el 50% del poder del país.

Desde la llegada de Ortega al gobierno, en el 2006, Murillo ha tenido una cuota de poder sorprendente. Murillo no solo ha sido socia en el poder de Ortega, sino también una defensora acérrima del mandatario. Una demostración de ello sucedió cuando la primera dama nicaragüense defendió a Ortega de una supuesta violación a su hijastra, e ¡hija de Murillo! En aquella ocasión la primera dama no tuvo reparo alguno de defender a Ortega y protegerlo de la denuncia de su propia hija.

La decisión de Ortega ocurre en medio de un escándalo por la destitución de 28 parlamentarios opositores, gracias a un fallo del Consejo Supremo Electoral, institución afín al régimen sandinista. Con semejante decisión de la CSE, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, se deshace del único grupo opositor a su gobierno que quedaba en el Parlamento y obtiene el control del Poder Legislativo. Además, en junio pasado, la Coalición Nacional por la Democracia, el partido opositor, se retiró de las elecciones por considerar que había vicios en el proceso electoral, entre los que se incluye el veto de parte del gobierno a los observadores internacionales.

No queda más que decir que Ortega y Murillo, convertirán a Nicaragua en una dinastía antidemocrática, como ha ocurrido en Cuba con los Castro o en Venezuela con Chávez.