Cuando el marxismo y las corrientes colectivistas señal...
El modelo de sustitución de importaciones, el estatismo y el populismo de los subsidios no perdona, no tiene clemencia con nadie. Sucedió en el Perú en los años ochenta, cuando el proteccionismo del Estado empresario se combinaba con subsidios generalizados y control de precios, desatando un déficit fiscal de más del 10% del PBI que causó una de las hiperinflaciones más aterradoras de la humanidad. Arrojó a más del 60% de la población a la pobreza.
Ahora la tragedia se escenifica en Venezuela. Desde la llegada de Maduro al poder y con el boom de los commodities en declive el PBI per cápita de los venezolanos se desplomó de US$ 8,692 a US$ 3,659 de la actualidad. Es decir, el derrumbe de los ingresos venezolanos fue de más del 50%. Igualmente, el país con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo hoy carece de energía eléctrica permanente y tiene que importar algunos combustibles. Cuando Hugo Chávez asumió el poder el país llanero tenía reservas en cerca de 80,000 millones de barriles de petróleo y 145 trillones de pies cúbicos de gas. Venezuela producía 3.7 millones de barriles diarios. Sin embargo, luego de las décadas de la devastación chavista la producción petrolera apenas sobrepasa los 600,000 barriles por día. Una verdadera tragedia que ha empobrecido al 90% de los venezolanos y ha obligado a emigrar a un tercio de la población.
En Bolivia, el modelo de sustitución de importaciones y la aterradora combinación de proteccionismo con subsidios, igualmente, ha creado una bomba de tiempo que está lista para estallar. Desde la famosa nacionalización del gas del 2006 de Evo Morales hasta el anuncio de días atrás del presidente de Yacimientos Petroleros de Bolivia acerca de que en Bolivia no hay combustibles porque no hay dólares, se ha desarrollado el mismo libreto que crea la pobreza en la región.
Hoy en Bolivia los camiones de transporte, las unidades de transporte público y los carros privados desarrollan colas interminables por varios días en busca de gasolina y diésel para poder movilizarse. Con el paso de las semanas la falta de transporte desabastecerá de alimentos básicos a las ciudades, mientras el gobierno socialista anuncia que se venderá combustible a las empresas mineras y otros sectores, pero a precios del mercado internacional.
En Bolivia la nacionalización de Morales, simplemente, liquidó la industria gasífera. Las pocas empresas que quedaron dejaron de invertir en exploraciones, y desde el 2014 el gas comenzó a agotarse y hubo un descenso dramático de las exportaciones. En el altiplano la receta socialista, que tanta pobreza y muerte ha causado en la humanidad, implementa subsidios a la gasolina y diésel: cuestan alrededor de US$ 0.53; no obstante que los precios reales se duplican: entre US$ 1.20 y US$ 1.25. Y, según ha informado el propio gobierno socialista, Bolivia depende del 86% de importaciones en diésel y 56% de gasolina para abastecer la demanda interna.
A pesar de los fracasos del socialismo en los países de la ex Unión Soviética, en la propia experiencia China y la endémica pobreza de Cuba, en Hispanoamérica el colectivismo, el estatismo, todavía sigue destruyendo a las sociedades y explica que la región sea una con menos crecimiento promedio en el planeta.
A nuestro entender, el derrumbe de Venezuela y Bolivia debería convertirse en la gran enseñanza para todos los venezolanos y bolivianos y toda América Latina.
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