¡La batalla por la educación!

El estatismo es incompatible con una sociedad abierta

Para nadie es ya un secreto que la reforma de la educación básica y superior que pretende impulsar el ministro de Educación, Jaime Saavedra, busca convertir al Estado en el gran salvador de su propio desastre (en toda la República) y excluir al sector privado y a la sociedad del proceso de cambio. El Ministerio de Educación (Minedu) impulsa este proceso contra viento y marea porque ha conseguido —al César lo que es del César— una casi unanimidad mediática, en la que el debate de criterios diferentes ha sido desterrado.

Después de la presentación del proyecto de Reglamento de Centros Educativos Particulares —en el que 80 de sus 91 artículos se refieren a sanciones—, y luego de haberse aprobado el Reglamento de Infracciones y Sanciones para las universidades, la cosa está meridianamente clara: para Saavedra y el Ministerio de Educación (Minedu) el aporte de la educación privada en la educación del futuro no debe existir. ¿Cómo entender semejante propuesta?

El relato de Saavedra y de la izquierda nos señala que los mejores sistemas educativos están en Europa, y se suele mencionar el sistema finlandés con su educación pública gratuita. Si bien hay algo de verdad en esas afirmaciones, ¿por qué de las 500 empresas más grandes del mundo creadas desde 1975 solo una está en Europa? Como todos sabemos, las empresas más grandes del mundo están en California. ¿Por qué Google, Microsoft y Facebook no nacieron en Europa?

El mundo está ingresando a la IV Revolución Industrial y las oleadas innovadores provienen, principalmente, del sector privado. Las tendencias innovadoras son tan vertiginosas que los títulos académicos solo tienen vigencia por periodos muy cortos, y los descubrimientos científicos son tan explosivos que se crean nuevas carreras y se cierran otras en pocos años. Sin embargo Saavedra cree que está en el siglo XVIII, cree que está bajo el impulso napoleónico, cuando el Estado se convirtió en el gran alfabetizador de la nación. ¡Una verdadera locura!

¿Cómo se puede comprender entonces la apuesta de Saavedra? ¿Cómo se puede entender el intento de demonizar los aportes privados de los últimos 25 años, mientras se trata de exculpar el fracaso del Estado de dos siglos? La única respuesta reside en la estrategia de poder de la izquierda. Y el ejemplo preciso está en la peligrosa involución que hoy se vive en Chile. El país del sur atraviesa una grave desaceleración de su economía y existe una movilización en contra de la Carta Política, que explica la prosperidad chilena de las últimas décadas. Bueno, esta historia empezó con las movilizaciones contra “el lucro” en educación (Leer: ¿Se viene el manotazo estatista en Chile?)

A entender de este portal, la propuesta de reforma educativa de Saavedra es incompatible con la construcción de una sociedad abierta. Convertir al Estado en el único protagonista de la educación no solo es construir una sociedad autoritaria, sino que también es condenar al país al subdesarrollo, a desengancharse de las grandes tendencias de innovación de la IV Revolución Industrial, que provienen principalmente del aporte privado y las iniciativas creadoras de la sociedad.

Saavedra solo hace lo que siempre debió hacer el Estado: reformar la carrera docente en base a la meritocracia, incrementar el presupuesto del sector y resolver los problemas de infraestructura, pero, ¿por qué nos hemos creído el cuento que estamos ante la gran reforma de la educación?

La única explicación es que los sectores liberales y quienes defienden una sociedad abierta han abandonado la lucha ideológica y han dejado que la izquierda avance y consolide su último gran relato acerca de la educación. Si se inicia el debate y se analizan las cifras y estadísticas de este relato desvelaremos una silenciosa y eficaz estrategia de poder.