¡Desastre estatal en segundo de media!

Se conocen resultados en gestión de Saavedra

Una de las preguntas que siempre nos hemos formulado en este portal es sobre la manera como en el Perú se ha llegado a concebir que el Estado desarrolla una reforma de la educación. Si bien no se puede desconocer que la gestión de Manuel Saavedra al frente del Ministerio de Educación (Minedu) retomó la reforma de la carrera docente en base a la meritocracia (que se inició durante la administración aprista), incrementó el presupuesto del sector y se planteó un plan agresivo en infraestructura escolar, ¿se puede hablar de una reforma de la educación?

En todo caso lo que hace Saavedra es recuperar las funciones del Estado y nada más. Pero, ¿hablar de una reforma de la educación? ¿Cómo? Si estuviésemos en el Imperio napoleónico del siglo XIX, cuando el Estado se concebía como el gran alfabetizador de la nación, quizá la propuesta de Saavedra tendría racionalidad. Sin embargo, en el siglo XXI, con el huracán de la IV revolución industrial, con los terremotos de la innovación que provienen del sector privado y de la sociedad, considerar que el Estado es el salvador de la educación es una verdadera locura, una absoluta irracionalidad.

Pasa el tiempo y Saavedra debe mostrar resultados pero, ¡oh!, sucede que el Estado es el mismo desastre de siempre. Un reciente reporte semanal de Macroconsult establece que en el 2015, en cuanto a lectura, solo el 9.7% de los estudiantes de segundo año media de los colegios estatales alcanzan un rendimiento satisfactorio, mientras que los alumnos de los claustros privados consiguen 29.3%. En cuanto a matemáticas, la cosa no mejora. El 6.2% de los alumnos de centros estatales consigue rendimiento satisfactorio, en tanto que los estudiantes de centros privados alcanzan el 19.2%.

Más allá de que solo un tercio de los alumnos de colegios privados consiga rendimientos satisfactorios —una cifra que no debería entusiasmar a nadie— es incuestionable el fracaso estatal. Sin embargo, Saavedra y los burócratas han intentado convertir el sector en un verdadero sistema soviético, en contra del sector privado. El reglamento de Infracciones de la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu) y el proyecto de reglamento de sanciones de los colegios privados convierten a la iniciativa privada en el sospechoso permanente que debe comparecer ante la comisaría estatal. En otras palabras, el Estado sigue fracasando —como desde hace dos siglos— y la educación privada sigue salvando al sistema, pero Saavedra pretende excluir a los privados y la sociedad de la gestión educativa.

Pero no solo son los terribles resultados en segundo de media. El sector educación fue el penúltimo en ejecución presupuestal en inversiones en el 2014, y en el 2015 logró el lugar 24 de un total de 30 entidades. En otras palabras, una de las peores burocracias del Estado, no obstante el alarmante déficit de infraestructura educativa.

Quizá una de las explicaciones de que la gestión de Saavedra consiga altos niveles de aprobación tiene que ver con que el sector tiene una fuerte inversión y una agresiva estrategia en publicidad: se gastan alrededor de S/. 39 millones, monto que supera el presupuesto de más de 10 universidades nacionales.

A estas alturas es necesario preguntarse ¿por qué Saavedra sigue al frente de un sector del cual depende el futuro del Perú? ¿Por qué la nueva mayoría nacional del país, surgida de las elecciones nacionales, debería aceptar que la educación se organice en base al relato de la izquierda que pretende excluir a los privados y a la sociedad de la gestión educativa? La situación y los resultados cada día se tornan más negativos.