El ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Ángel Manero, ha anu...
Durante la premiación de los World Travel Awards 2025, que se desarrolló el 27 de setiembre pasado en Cancún (México), el Perú arrasó en la mayoría de los premios en turismo. Nuestro país fue elegido como el Mejor Destino Líder en Sudamérica, Mejor Destino Culinario, Mejor Destino Cultural y el complejo de Machu Picchu fue seleccionado como la Mejor Atracción Turística de Sudamérica.
Vale destacar el galardón conseguido por Machu Picchu por octavo año consecutivo, no obstante que unas semanas antes la falta de una política de Estado en el turismo, la sobrerregulación estatal –gobierno central, gobierno regional y municipios–, el populismo y la corrupción se confabularon para poner en peligro la condición del complejo arqueológico como una de las siete maravillas del mundo. Así lo advirtió la organización internacional New7Wonders ante los bloqueos de carreteras y la falta de coordinación en la venta de boletos.
En los Worlds Travel Awards 2025 Machu Picchu fue elegido como la Mejor Atracción Turística en Sudamérica, superando a las Cataratas del Iguazú (Argentina-Brasil), el Cristo Redentor (Brasil), el desierto de Atacama (Chile) y el Parque Nacional Torres del Paine (Chile), entre otros.
Los reconocimientos en Cancún y las limitaciones y déficits en la gestión de Machu Picchu nos revelan las enormes posibilidades que tiene el Perú para convertirse en una potencia mundial de turismo, y también los problemas que impiden que este sector se convierta en un motor de la prosperidad. Finalmente, vale recordar que el Perú tiene una cultura milenaria que podría conectar Caral, una de las ciudades más antiguas del mundo, con las Líneas de Nazca hasta Machu Picchu e, incluso, la posibilidad de un turismo ecológico en la Amazonía.
De esta manera el turismo –al lado de la minería, las agroexportaciones y la pesquería– podría convertirse en una de las columnas del desarrollo nacional, la reducción de pobreza y la construcción de una sociedad de clases medias. Algo más. El potencial del turismo en cuanto a la reducción de pobreza es inconmensurable, habida cuenta de que las áreas y complejos turísticos, generalmente, están conectados con poblados y comunidades de la sierra y la selva, en donde la pobreza abarca a más de la mitad de la población. Es hora, pues, de entender que el turismo, como lo son el cobre y las agroexportaciones, es el pan de los peruanos.
La falta de una política de Estado en el turismo y la falta de Estado de derecho en general –sobre todo en la gestión de Machu Picchu– explica que el Perú apenas reciba algo más de cuatro millones de turistas al año. Por ejemplo, Francia, el principal destino turístico del mundo, recibe más de 100 millones de visitantes, España más de 94 millones, Estados Unidos más de 72 millones y México alrededor de 46 millones.
¿Por qué el Perú recibe tan pequeña cantidad de turistas? La falta de un Estado de derecho –es decir, la falta de ley y orden en algunas regiones y en la administración de Machu Picchu– se suma al desborde criminal en algunas ciudades que, de una u otra manera, impide que el visitante, el turista, se convierta en un invitado especial durante la visita al país.
Por otro lado, es incuestionable que la falta de infraestructura, las limitaciones en aeropuertos, carreteras, trenes y servicios hoteleros, le resta competitividad a nuestros destinos turísticos.
Es incuestionable que si se desarrollara una política de Estado que atraviese a todos los gobiernos y los partidos políticos –más allá de cualquier coyuntura– el Perú se convertiría en una potencia mundial del turismo, en un actor planetario que no tendría nada que envidiar a Francia o España.
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