Editorial Economía

Michiquillay relanzará a Cajamarca

Antimineros perderían elecciones de octubre

Michiquillay relanzará a Cajamarca
  • 19 de septiembre del 2018

 

De los US$ 58,000 millones del monto total de inversiones minera en el país, el 27% está en la región Cajamarca. Eso representa US$ 16,000 millones en seis proyectos (Quilish, Conga, La Granja,  Shahuindo, El Galeno y Michiquillay), que podrían incrementar la producción de cobre del Perú en más de un millón de toneladas y que reducirían significativamente la pobreza en la región. Sin embargo, son proyectos que hasta ahora no han podido entrar en operación. ¿Cómo explicar este absurdo?

La recuperación del cobre en los mercados internacionales hubiera servido largamente para levantar la economía de Cajamarca, generando mayor empleo directo e indirecto. De acuerdo al Banco Central de Reserva (BCR), en 2015 el cobre se cotizaba en US$ 2.49/libra (lb), en 2016 cayó a US$ 2.21/lb y en 2017 subió hasta US$ 2.80/lb. Y, según Elmer Cuba, de Macroconsult, el cobre del 2018 estará en unos US$ 3.00/lb.

En Cajamarca no hay reactivación económica porque no hay inversiones privadas de ningún tipo. La región del norte no tiene cómo aprovechar la subida del cobre. Mientras, la pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), alcanza su nivel máximo —casi la mitad de la población— en 2017. Las actividades agropecuarias, a las que se dedica el 55% de la Población Económicamente Activa (PEA), no son suficientes para mejorar los índices de producción regional.

Gregorio Santos, del Movimiento de Afirmación Social (MAS) y Marco Arana, del Frente Amplio (FA), juntos al ex emerretista Wilfredo Saavedra, Idelso Hernández (de la Federación Regional de Rondas Campesinas e Indígenas y Urbanas de Cajamarca) y Edy Benavides, alcalde de la provincia de Bambamarca, son los responsables de la debacle regional. La izquierda cajamarquina es la autora de una caída de la producción económica de la región de hasta -5.3%, de acuerdo al Índice Compuesto de Actividad Económica (ICAE) 2016. Juntos siguen espantando a los capitales privados, que generan empleo para reducir la pobreza.

En ese contexto, los cajamarquinos están viendo reducidas sus posibilidades de desarrollo por causa del insistente protagonismo de la izquierda ambientalista, que trata de traidores a todos aquellos que se oponen a sus relatos en contra de la minera. Así también por el copamiento de todos los niveles de la administración pública cajamarquina por parte de la izquierda, que hace de la lucha antiminera una guerra del fin del mundo.

Los jóvenes cajamarquinos han comenzado a notar las diferencias entre su región y otras como Áncash, Arequipa y Apurímac, donde los presupuestos de los gobiernos regionales y locales se han incrementado por el canon minero. En los últimos 11 años el crecimiento del presupuesto público per cápita es 2.5 veces mayor que el promedio nacional. Si se da el caso, en cualquier escenario los jóvenes saldrán a enfrentar a los antimineros y a defender el proyecto Michiquillay, que les despierta esperanzas.

Sin embargo, todo dependerá de cómo voten los cajamarquinos en los próximos comicios regionales y locales. El movimiento antiminero gira alrededor de tres candidaturas: Porfirio Medina Vásquez, del Movimiento de Afirmación Social (MAS), fundado por Gregorio Santos, causante de depresión social y económica de Cajamarca en sus ocho años de gobierno regional; Jorge Rimarachín, ex congresista humalista, de Democracia Directa (DD); y el profesor José Díaz Castillo, del Frente Amplio (FA).

Como alternativa de la izquierda antiminera estarían el ex ministro de agricultura de Alberto Fujimori, Absalón Vásquez, de Podemos Perú (PP), quien podría lograr la presidencia regional después de dos tentativas frustradas; y el ex congresista Mesías Guevara, de Acción Popular (AP).

No hay pobreza que dure cien años ni población que la resista. La pobreza de Cajamarca no se condice con la riqueza mineral existente. Los pobladores de las localidades La Encañada y Michiquillay se han organizado para defender a como dé lugar el proyecto Michiquillay, postergado por más de 70 años. Para ellos, la construcción de la mina debe iniciarse el próximo año y el 2022 deberá comenzar a producir las primeras 225,000 toneladas finas de cobre. Para los dirigentes de la comunidad, no hay marcha atrás. Si las autoridades le declaran la guerra a la minería moderna y responsable, ellos declararán la guerra a las autoridades, causantes de la parálisis de la minería.

 

  • 19 de septiembre del 2018

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