Editorial Economía

Michiquillay: la gran apuesta minera para transformar Cajamarca

Empleo, desarrollo y un cambio estructural para la región más pobre del país

Michiquillay: la gran apuesta minera para transformar Cajamarca
  • 30 de abril del 2025


Enclavado en el distrito de La Encañada, región Cajamarca, el proyecto minero Michiquillay se perfila como uno de los más ambiciosos del país en términos económicos y sociales. Este yacimiento, que forma parte del llamado "cinturón de cobre del norte", tiene el potencial de transformar radicalmente la economía local y nacional, y reposicionar al Perú como el segundo mayor productor de cobre del mundo.

El proyecto será desarrollado por la empresa Southern Perú, con una inversión estimada de US$ 2,500 millones. Según las proyecciones, Michiquillay generará 225,000 toneladas métricas anuales de cobre concentrado, durante al menos 25 años de operación. Además del cobre, se espera la extracción de subproductos como molibdeno, oro y plata, lo que elevará significativamente la rentabilidad del proyecto. Su construcción, prevista para el año 2027, generará unos 83,000 empleos directos e indirectos, en una región duramente golpeada por el desempleo.

Cajamarca es, paradójicamente, una de las regiones más ricas en recursos mineros y al mismo tiempo la más pobre del Perú. El 44.5% de su población vive por debajo de la línea de pobreza, y 16 de los 20 distritos más pobres del país están dentro de su territorio. Desde 2015 hasta 2018 y nuevamente desde 2022, ha liderado las estadísticas de pobreza nacional. Esta situación evidencia un fracaso en la traducción del potencial minero en desarrollo económico sostenible.

Uno de los mayores obstáculos ha sido la paralización de importantes proyectos por conflictos sociales y falta de consensos. El caso más emblemático es el del proyecto Conga, suspendido en 2011 por la oposición de grupos antimineros. La falta de diálogo entre el Estado, las empresas y las comunidades impidió que se concretaran inversiones clave. Pese a ello, Cajamarca aún mantiene una cartera de proyectos mineros valorada en US$ 18,050 millones, lo que representa el 33.9% de la inversión minera proyectada para todo el país.

La puesta en marcha de Michiquillay, junto con otros proyectos cercanos como Galeno y La Granja, podría marcar el inicio de una nueva etapa para Cajamarca. Se estima que, en conjunto, podrían producir hasta 1.5 millones de toneladas de cobre anuales, consolidando a la región como uno de los principales polos mineros del Perú. En este contexto, el alza del precio internacional del cobre añade una oportunidad valiosa: convertir este auge en una fuente real de progreso económico.

Uno de los objetivos más ambiciosos del proyecto es sentar las bases para la creación de un clúster minero regional, al estilo de Antofagasta en Chile. Esta estrategia implicaría el desarrollo de infraestructura compartida entre proyectos, como una vía férrea hacia Bayóvar, que reduciría significativamente los costos logísticos y facilitaría la exportación de minerales. La creación de este ecosistema industrial también impulsaría otras actividades económicas, como la metalurgia, la manufactura y los servicios técnicos especializados, ampliando el impacto del proyecto más allá de la minería.

Sin embargo, el éxito de Michiquillay dependerá en gran medida de su relación con las comunidades locales. Cajamarca ha sido escenario de fuertes tensiones entre la minería y la población, por lo que Southern Perú ha puesto en marcha el Fondo Social Michiquillay (FSM), una iniciativa destinada a financiar proyectos de desarrollo en las zonas aledañas. El FSM busca distribuir los beneficios de manera equitativa y construir una relación de confianza con los habitantes, una condición clave para evitar conflictos sociales que puedan amenazar el proyecto.

Otro reto fundamental será el cumplimiento de los compromisos ambientales. Michiquillay ya cuenta con la aprobación de su Estudio de Impacto Ambiental (EIA), lo que garantiza que su operación se ajustará a estándares que minimicen los efectos negativos sobre el entorno natural. El uso de tecnologías limpias y una gestión cuidadosa del agua serán esenciales para asegurar que el desarrollo minero no comprometa los recursos naturales de Cajamarca.

Michiquillay representa una oportunidad histórica para revertir décadas de estancamiento económico en una de las regiones más postergadas del país. Pero esa promesa solo se cumplirá si el proyecto avanza con responsabilidad, transparencia y una estrategia de desarrollo que incluya a todos los actores. El reto no es menor, pero el potencial es enorme. ¿Será esta la oportunidad que Cajamarca ha estado esperando?

  • 30 de abril del 2025

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