Berit Knudsen

Orden mundial sin reglas ni libertades

Estados Unidos y China ganan, mientras el mundo paga las consecuencias

Orden mundial sin reglas ni libertades
Berit Knudsen
16 de julio del 2025


Desde el 2 de abril, “Día de la Liberación” para Donald Trump, la economía global se encuentra en fase de desconcierto estructural. Con el solo decreto de aranceles recíprocos del 10% a todas las importaciones y amenazas de aumentos hasta 200%, Estados Unidos suspendió de facto las reglas del comercio internacional. Las instituciones multilaterales quedaron desbordadas y los países sin marco de referencia.

Siguió una estrategia errática y asimétrica, alternando amenazas, ultimátums y negociaciones bilaterales. Algunos analistas la llaman “era de los aranceles esquizofrénicos”, con tarifas que existen y no existen al mismo tiempo. Esa incertidumbre ha forzado a 193 países a revaluar sus prioridades. Las bolsas se contrajeron, el dólar se debilitó y las inversiones internacionales quedaron en pausa.

Las consecuencias políticas fueron inmediatas. En Canadá, el nacionalismo económico llevó al poder a Mark Carney. En Australia, Anthony Albanese fue reelecto al defender la soberanía comercial frente a Washington. En la Unión Europea, la amenaza de aranceles del 30% reactivó la autonomía estratégica, con Groenlandia y Dinamarca desplegando recursos diplomáticos y militares ante la propuesta de anexión.

Pero el mayor impacto fue la reconfiguración de alianzas impensables: China, Japón y Corea del Sur reactivaron el diálogo trilateral. China y la UE acercaron posiciones. El bloque BRICS+ reforzó su arquitectura financiera alejándose del dólar. Frente a un Estados Unidos impredecible, muchos países optan por monedas locales, acuerdos bilaterales, alianzas regionales y nuevas rutas de abastecimiento, fragmentando el comercio mundial.

Pero China se beneficia silenciosamente. Mientras Washington presiona, China ofrece acuerdos. Mientras Trump amenaza con sanciones, Pekín promete estabilidad, pero fuera del modelo liberal. Bajo el discurso del “desarrollo sin injerencia”, China despliega un poder que seduce mientras disuade, invierte mientras controla, coopera mientras avanza.

La Iniciativa de Seguridad Global, de Desarrollo y Civilización Global de Xi Jinping es la base de su doctrina. El objetivo no es reemplazar a Estados Unidos, sino diseñar un orden global sin valores universales: cada país con su propio modelo, su verdad, su sistema. Pekín no exige democracia, solo obediencia. No impone tanques, impone contratos. No conquista, rodea. A través de megaproyectos, formación de élites, control de recursos y narrativas, China construye dependencias estratégicas sin un solo disparo.

Estados Unidos utiliza la guerra comercial como instrumento fiscal. En junio recaudó US$ 26,600 millones en aranceles, el mayor superávit fiscal desde 2005. Trump lo presenta como soberanía económica para castigar a los “abusadores” y proteger al contribuyente. Pero China duplicó su superávit comercial en dos meses con US$ 217,000 millones acumulados, menos exposición a Estados Unidos, reforzando su influencia en Asia, África y América Latina.

Ambas potencias ganan, mientras el mundo paga las consecuencias. La globalización se fragmenta en una esfera atlántica, liderada por Estados Unidos; otra asiática, bajo control chino. La interdependencia cede paso al desacoplamiento, convirtiendo la disputa arancelaria en una batalla por el orden internacional.

Lo que está en juego no es solo comercio. Es el modelo de convivencia global. Trump lo socava desde dentro con su lógica transaccional. China lo redefine desde fuera con un orden condicionado, pero el resultado es el debilitamiento de las libertades individuales, de la legitimidad democrática y la imprevisibilidad jurídica del mundo liberal.

No es guerra, pero tampoco hay paz. Solo una nueva normalidad con presiones, contratos desiguales y zonas de influencia. Trump agita el caos, China ofrece orden sin libertad mientras el mundo busca protegerse. No se trata de elegir entre aliados o rivales, sino de resistir entre dos hegemonías que buscan su propio beneficio: imponer su poder sin respeto al orden internacional.

Berit Knudsen
16 de julio del 2025

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