Todo indica que el Ejecutivo seguirá desarrollando salv...
Si en el Perú se tuviese que desarrollar un inventario sobre cuáles son las industrias o actividades económicas centrales para el desarrollo nacional, vitales para construir una sociedad sin pobreza tendríamos que señalar, por ejemplo, la minería, la agricultura y el turismo. Quizá falte mencionar otra actividad, sin embargo, el desarrollo de una agricultura moderna atravesaría toda la sociedad e, incluso, reconfiguraría el espacio urbano del país tan desbalanceado a favor de la costa y de Lima.
El Perú tiene 23 proyectos de irrigación, los cuales, según el exministro de Economía Luis Carranza, triplicarían el área de la agroexportación en el país (alrededor de 250,000 hectáreas). Carranza agrega que la agroexportación ha generado más de 3.3 millones de puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Añade que con la ejecución de la cartera de proyectos se crearían alrededor de seis millones de empleos formales.
El ex ministro de Economía agrega que todos tienen sus intereses particulares (empresarios y trabajadores), sin embargo, alerta sobre la miopía política de la clase política que no ve que la agroexportación se puede convertir en la columna vertebral del crecimiento y la inclusión social en los próximos 15 años. Es evidente que el exministro respalda un sistema promocional para el agro nacional que hoy, incluso, es visto con distancia por economistas liberales que creen en la inversión privada como la principal fuente de creación de la riqueza nacional.
La derogatoria del régimen promocional del agro (sistema tributario y laboral) no solo ha frenado nuevas inversiones en la agricultura moderna -más allá de ventas de empresas y el crecimiento nominal de las agroexportaciones (el mismo número de toneladas)- sino que también ha hecho retroceder el debate nacional. El engrosamiento del Estado burocrático con sobrerregulaciones, aumento de oficinas, burocracia y ministerios, presiona sobre el gasto público. En este escenario el desmanejo del déficit fiscal genera alarma y preocupación. En este contexto el debate se focaliza en el aumento de los impuestos. Es el camino de las izquierdas.
Es evidente que, en este escenario, es imposible crear un consenso nacional para implementar un régimen promocional en el agro. Sin embargo, la posibilidad de expandir la agricultura moderna, de captar alrededor de US$ 40,000 millones en inversiones para ampliar la frontera agrícola moderna solo será posible con un régimen promocional en el agro que, por cierto, es el único sistema promocional que ha sido validado por la experiencia de las últimas dos décadas. De allí que meter en un mismo saco el régimen promocional agrario con las zonas francas fracasadas es un error conceptual.
La posibilidad de triplicar el área de la agricultura moderna es la posibilidad de crear los vagones suficientes para jalar a más de 2 millones de minifundistas que desarrollan agricultura familiar o de sobrevivencia. Vale señalar que más de dos tercios de las empresas agroexportadoras son pequeñas y medianas empresas que han emergido a la modernidad gracias al regreso de los capitales al campo. Allí están las experiencias en paltas, kion, café, arándanos, etcétera.
De otro lado, la estrategia de capitalizar el agro, una de las claves de cualquier modelo de desarrollo, no solo tiene que ver con su capacidad de generar empleo y reducir pobreza, sino también con la posibilidad de reconfigurar el espacio urbano del país creando ciudades intermedias que ejercerían una atracción migratoria de las zonas altoandinas y de las propias ciudades tugurizadas de la costa. Asimismo, se generaría verdaderos clusters de servicios y manufacturas en las regiones agrarias –para atender las demandas del sector– y, ante esta realidad, estaríamos hablando de una diversificación total de la economía.
Pero eso no es todo. La tecnificación de la agricultura moderna demanda obra calificada inevitablemente. Una situación que forzará a las universidades e institutos a crear carreras especializadas en el sector y a desarrollar intensa investigación en ciencia y tecnología.
¿Por qué entonces se duda sobre la trascendencia de un modelo promocional para el agro en el país?
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