La tentación estatista

El análisis económico e ideológico del mensaje presidencial

Varias veces lo hemos sostenido en este Portal: la desaceleración económica es el nuevo protagonista de la política. El nuevo personaje desarrolla la tentación de resucitar las viejas momias estatistas que un cuarto siglo de crecimiento y asombrosa reducción de pobreza parecían haber enterrado.

Durante el discurso de Fiestas Patrias, de alguna manera, el presidente Ollanta Humala dejó la impresión de que las soluciones frente a la desaceleración solo tenían que provenir del estado.

La enumeración de los logros de los programas sociales, la reforma meritocrática de la escuela pública, el incremento de los presupuestos en educación, salud y los proyectos en Asociaciones Público Privadas y Obras por Impuestos parecen confirmar esa impresión. Antes una aclaración. Semejantes iniciativas sociales y de inversión del estado están perfectas. Hay que celebrar. El problema es no decir nada sobre qué hacer con la caída de la inversión privada, la paralización de proyectos mineros por un monto de más US$ 21,000 millones, y cómo enfrentar  la caída de las exportaciones.

Si no se menciona nada sobre el sector privado y todas las propuestas se concentran en el estado, entonces, cualquiera puede sospechar que alguien cree que el Leviatán es el gran salvador frente a la desaceleración. Y si le agregamos, por ejemplo, que el Mandatario insistió en el gran elefante blanco de la modernización de la Refinería de Talara que suma US$ 3,500 millones sin mencionar la caída de las inversiones petroleras y que la receta ante el frenazo es la llamada diversificación productiva donde, una vez más, el Leviatán saldrá en “ayuda” de los mercados eligiendo a potenciales ganadores, la cosa es más que preocupante.

La izquierda y los populistas de siempre van a utilizar todas las armas ideológicas habidas y por haber para resucitar al cadáver estatista. Sin embargo, se debe recordar que el modelo de crecimiento del Perú todavía se llama milagro económico porque redujo la pobreza del 60% de la población a solo 22% en un cuarto de siglo.

El motor y el combustible de esta gesta económica y social ha sido la inversión privada que suma el 80% de la inversión total. Los estudios económicos señalan que del total de pobreza reducida en los últimos 25 años, 75% se explica por el crecimiento y algo de 25% a los programas sociales.

En los países bolivarianos y en el propio Brasil, la reducción de pobreza en el siglo XXI se explica , principalmente , por la inversión estatal, pero la lentificación de la economía mundial hoy les pasa la factura y estas sociedades se hunden en la recesión.

El gobierno nacionalista también sostiene que del 1.2% de reducción de pobreza del 2014, el 80% corresponde al gasto social. El crecimiento y la inversión privada ya no son los protagonistas sino el estado.

El Perú era campeón de crecimiento y reducción de pobreza en América Latina, pero ahora el Presidente nos dice que somos campeones en gasto social. El Perú crecía como nadie e incluía como nadie, pero ahora el Mandatario nos dice que incluimos para crecer y, bueno, los resultados están sobre la mesa. Por no ejecutar los proyectos mineros no hemos rescatado a más de 2 millones de peruanos de la pobreza.

Ante la tentación estatista debemos persistir en el único modelo económico y social que ha funcionado desde nuestra fundación republicana. Es evidente que hay problemas, pero el gran responsable es el estado por no haber fortalecido la institucionalidad, por haber postergado la reforma de la educación y de la salud, por no haber construido las carreteras, ferrocarriles y puentes que necesitan los mercados para diversificarse en base a un desarrollo natural.

 

30 - Jul - 2015