Editorial Economía

La estrella que se fue

La estrella que se fue
  • 07 de agosto del 2015

Crecimiento del PBI en solo 2.5% aumentará la pobreza

Todos los pronósticos de los bancos de inversión y de la mayoría de organismos multilaterales coinciden en señalar que, luego del desempeño del primer semestre, la economía peruana crecerá menos de 3% del PBI en el 2015. La última cuota de pesimismo o quizá de realismo lo puso un reporte del BBVA que señala que el país se expandirá en 2.5%, es decir, igual que el año pasado.

La explicación principal de esta desaceleración se expresa en la constante caída de la inversión privada en los últimos cinco trimestres, el descenso de las exportaciones, y el retraso en la inversión pública.

Si bien los pronósticos no son pesimistas para el 2016 debido a que se anuncia el incremento la producción de cobre y el inicio de Asociaciones Públicas Privadas (APPs), el fantasma de la recesión se dibuja en el horizonte.

Pero lo más lamentable es que el principal motor anti pobreza, es decir, el crecimiento, ya se apaga. ¿Por qué?  Según el economista César Peñaranda de la Cámara de Comercio de Lima, para seguir reduciendo pobreza necesitamos crecer por encima del 4% o 3.5% como mínimo. El economista explica que, si consideramos que el país tiene más de 22% de su población en pobreza, que cada año se incorporan alrededor de 300 mil personas a la PEA, que el desempleo oscila sobre el 4% y que el subempleo afecta al 50% de la población, entonces, crecer por encima del 4% es de vida o muerte.

El Perú, pues, ya no es  la estrella de América Latina en crecimiento económico y en reducción de pobreza. La expansión económica del país estará en los niveles de Chile, pero por debajo de Colombia, Bolivia y Panamá.  No es extraño que los astros de ayer, Perú y Chile, se desaceleren hoy más que otros países (exceptuando las tragedias estatistas de Brasil y Venezuela), porque ambos comparten los mismos problemas políticos que desatan incertidumbre y falta de predictibilidad en los  mercados.

La gran madre de la desaceleración es la caída de la inversión privada. Si le sumamos el fenómeno del Niño fuerte que, ante la falta de previsión estatal, se podría llevar más de un punto del PBI, la proximidad de un escenario de recesión no es un arte de malos augurios.

¿Se puede hacer algo para evitar este triste escenario? Peñaranda nos señala que el Gobierno y el Ministerio de Economía deberían asumir un paquete de proyectos en concesiones, APPs y Obras por Impuestos para acelerar el crecimiento del país y devolver optimismo a los mercados.

De otro lado, un nuevo clima político de cara a la transición hacia el 2016 le devolvería al sistema democrático credibilidad y predictibilidad, factores fundamentales para que los mercados recuperen confianza y las inversiones vuelvan a fluir. La mala política es corrosiva no solo para la libertad política sino para las libertades económicas tal como empezamos a comprobar.  

Nos queda absolutamente claro que no puede haber libertad económica sin crecimiento ni reducción sostenida de la pobreza. Las libertades se enraízan en una sociedad cuando sirven a los más pobres y las libertades solo funcionan en cualquier lugar del mundo con crecimiento en base a la inversión privada. No existe otra alternativa. O, ¿sí?

  • 07 de agosto del 2015

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