A estas alturas del siglo XXI es incuestionable que los recursos natur...
Según Ojo Público (OP), la Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA) ha detectado en el agua que consumen los pobladores en la provincia de Espinar (Cusco), aluminio, manganeso, arsénico y hierro, entre otros 23 tipos de minerales. El informe de OP tiene una clara intencionalidad: busca vincular el contenido mineralizado del agua con las actividades mineras en la región Cusco. No es la primera vez que OP realiza “informes” relacionados con el agua de manera tendenciosa.
Sin embargo, ¿dónde está la novedad?, se preguntará un acucioso observador. Como ya se sabe, las aguas provenientes de las montañas andinas, por estar en zona volcánica y mineralizada, están cargadas de minerales de manera natural. Es decir, en todas las cuencas, ríos, lagos, lagunas, puquiales, manantiales, bofedales, corrientes subterráneas, pozos subterráneos y demás, existen altas concentraciones de minerales. Por filtración, las aguas de las lluvias atraviesan las profundidades de las montañas recogiendo todos los minerales contenidos en ellas.
Por ejemplo, el agua del río Titire, Moquegua, a 4,170 metros sobre el nivel del mar (msnm), no es apta para el consumo humano ni para la agricultura ni ganadería por contener niveles alto de minerales, tales como el boro y arsénico, de origen volcánico. Además, investigadores muy serios y responsables, como el científico peruano Manuel Aguilar, han establecido que el metabolismo del hombre andino es diferente al resto de los pobladores. Tiene capacidad de metabolizar de manera distinta; es decir, de eliminar de manera natural los elementos pesados contenidos en las aguas provenientes de las montañas altas. No es una opinión, es una verdad científica. Si fuera todo lo contrario, hace siglos las aguas que bajan de los Andes hubieran exterminado por completo a las comunidades andinas junto a sus ganados y sus cultivos. No habría rastro de la serranía como la conocemos hoy. Desde el principio, los primeros pobladores hubieran fallecido por contaminación, por beber agua mineralizada. Eso desconoce OP. El mencionado “informe”, pues, es incompleto, carente de rigurosidad y tendencioso contra las actividades mineras.
No es la primera vez que la izquierda marxista antiminera intenta vincular las operaciones mineras del sur con la contaminación natural de los afluentes hídricos. Ya lo hizo la ex congresista del Frente Amplio (FA), Verónica Mendoza en 2012, cuando mostró un informe manipulado sobre supuesta contaminación del agua en Espinar, tal como lo hace ahora OP. Con el informe trucho, el alcalde de la provincia de Espinar, Óscar Mollohuanca, también del círculo antiminero, anunció a la población sobre un inminente “peligro de muerte” por las aguas y los pastos contaminados. La irresponsabilidad criminal de Mendoza y Mollohuanca provocó manifestaciones violentas que ocasionaron la muerte de cuatro personas y numerosos heridos. ¿Es eso lo que quiere reeditar OP?
En medio de las protestas del 2012, se encontraron aparatos explosivos en las camionetas del serenazgo de Espinar que fueron incautados por la Policía. Posteriormente, Mollohuanca fue acusado y, durante el proceso judicial, tuvo el auspicio de Amnistía Internacional, la ONG que escribió el informe denominado Estado tóxico, relato de inexactitudes con el propósito de confundir a la población, tal como vuelve hacer OP.
El portal Ojo Público (OP) se ha convertido en fuente de información de medias verdades. Como se dice ahora de posverdades o fakenews. Sus “informes”, como tantos otros, son el resultado de los talleres organizados por las ONG del ambientalismo ideológico dirigido a periodistas y personas vinculadas con los medios de comunicación. Una suerte de adoctrinamiento con el fin de uniformizar los relato en contra de la minería y de otras actividades productivas del país. Las campañas de la izquierda anticapitalista buscan bloquear las inversiones con el fin de detener el crecimiento económico para favorecer los discursos antisistema contra la economía de mercado.
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