Fracasan etiquetas prohibitivas en Chile

En este portal siempre hemos criticado el sistema de octógonos o sellos prohibitivos que establece el Manual de Advertencias Publicitarias que rige desde el pasado 17 de junio. Este sistema, que solo se aplica en el Perú y Chile —sociedades convertidas en conejillo de indias para el experimento—, busca combatir la obesidad que, según los defensores de los octógonos, solo proviene de los alimentos procesados e industriales, que apenas representa el 12% de la ingesta total de los peruanos. 

Sin embargo, las falacias utilizadas para impulsar este sistema de etiquetado —que establece sellos octogonales que alertan de contenidos en altos en de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans de los alimentos industriales— comienzan a derrumbarse una por una. En un reciente editorial del diario El Mercurio de Chile se desarrolla un balance preliminar del sistema de etiquetado que se aplica en el país del sur desde hace tres años. Las conclusiones son alarmantes. El mencionado editorial señala que el método establecido en Ley de Etiquetado de Alimentos para “alertar sobre el carácter nocivo de ciertos alimentos aparece algo desgastado”. El editorial asevera que los consumidores están cada vez más conscientes de las alertas de los sellos; sin embargo, toman menos en cuenta las recomendaciones.

Una de las cosas que merece analizarse en el editorial es que la obesidad en Chile ha seguido creciendo, con el consiguiente incremento de las enfermedades de diabetes y cáncer, tal como lo ha señalado el propio ministro de Salud del país del sur. Al respecto vale informar que un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) establece que desde el 2016 Chile es el segundo país de esa entidad con mayor incidencia de obesidad en personas mayores de 15 años. Es decir, desde que entraron en vigencia los sellos prohibitivos. 

Igualmente, el editorial de El Mercurio cita un estudio de la universidad de Chile que registra que los sellos se han convertido en tan predominantes en los supermercados chilenos que abarcan al 60% de los productos (algo parecido a los malls del Perú), una situación que no permite identificar a los productos realmente dañinos. Asimismo, el editorial revela situaciones que los peruanos deberíamos considerar: que algunos industriales chilenos ahora prefieren poner el sello en los productos originales en vez de cambiar algún componente nocivo de un producto, y que en estudios internacionales se demuestra que las bebidas con edulcorantes causan más mortalidad que las elaboradas con azúcar.

Como se aprecia con meridiana claridad, los octógonos prohibitivos son un completo fracaso en Chile porque el combate a la obesidad tiene miles de frentes y no solo uno, como pretenden los sectores anti industriales. En los países desarrollados y los estados que integran la OCDE —que tienen los mejores sistemas de salud y la longevidad más alta—, para etiquetar los alimentos industriales se utiliza el sistema de semáforos, que establece los niveles prohibitivos, medios y saludables de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans de los alimentos industriales en base a los colores rojo, amarillo y verde respectivamente. Si no se utiliza el semáforo en los países desarrollados, se emplean las tradicionales etiquetas informativas.

¿Por qué esto es así? Porque estos países aplican el criterio establecido en el Codex Alimentarius —ratificado por 188 países— acerca de que las etiquetas de los alimentos procesados no deben causar temor ni rechazo: la reacción natural de los jóvenes y el consumidor promedio es ignorar las advertencias. Es lo que hoy parece suceder en Chile.

Las etiquetas y las advertencias —según el Codex—, antes que generar temor, deben informar y hacer pedagogía para que el consumidor consuma las porciones que no se conviertan nocivas a la salud. Estamos seguros, entonces, que el Perú, tarde o temprano, deberá revisar el sistema de etiquetado de alimentos.