El populismo en minería, quizá uno de los m&aacu...
El proyecto de la asamblea constituyente -que las corrientes comunistas y colectivistas repiten como un conjuro mágico- es una propuesta cuya naturaleza totalitaria comienza a desvelarse, sin medias tintas, ante la población. La violencia y las tiranías de las vanguardias comunistas que desatan una insurrección contra el Estado de derecho y la Constitución, causando lamentables muertes de peruanos, comienza a estar asociada a la propuesta de la constituyente.
Hoy, las familias y las mayorías silenciosas del sur han contemplado estupefactas la violencia asociada a la constituyente. Sin embargo es necesario seguir esclareciendo a la ciudadanía la naturaleza totalitaria de esta propuesta, la esencia despótica del proyecto de refundar el Perú sobre la base de la voluntad de unas decenas de constituyentes.
¿Cuál es la diferencia fundamental entre un proceso de reforma total o parcial de la Constitución -tal como lo establece la Carta Política- con una asamblea constituyente compuesta por varias decenas de asambleístas? La diferencia capital, irreconciliable, reside en que los congresistas que reforman la Constitución están controlados por la propia Constitución; es decir, instituciones tutelares del Estado de derecho, tales como el Congreso, el Tribunal Constitucional, el Poder Judicial, el Ministerio Público y el Banco Central de Reserva (BCR), continúan vigentes y en funcionamiento.
Muy por el contrario, las decenas de asambleístas que instalarían una constituyente se convierten en dioses mortales sin ningún control, sin ninguna restricción, porque todas las instituciones tutelares del Estado se vuelven relativas y líquidas. Por ejemplo, luego de redactada la nueva constitución soviética, que expresaría “una república plurinacional con equidad de género”, dependería de los constituyentes que el Tribunal Constitucional, el Poder Judicial y el Ministerio Público continuaran en funciones. Lo más probable es que estas entidades serían reemplazadas por un sistema de justicia popular y participativa.
En este detalle se revela la naturaleza totalitaria y despótica de la propuesta de la asamblea constituyente. En la cara de los más de 30 millones de peruanos los comunistas reclaman todo el poder para sí, no ocultan la naturaleza totalitaria de su proyecto.
Pero eso no es todo. Una de las cosas más devastadoras de un proceso constituyente –tal como sucedió en Venezuela y casi acontece en Chile– es que los ahorros y el capital de varias generaciones se volverían líquidos; es decir, dependerían de la voluntad de los constituyentes. Uno de los objetivos principales de la propuesta de la asamblea constituyente es cambiar el régimen económico que prohíbe el Estado empresario, consagra el respeto a los contratos y a la propiedad, establece la desregulación de precios y mercados, y consagra la autonomía del BCR.
Con la redacción de una nueva constitución soviética, entonces, los ahorros de varias generaciones durante las últimas décadas –sobre todo desde la Constitución de 1993– se volverían líquidos y expropiables, proceso luego del cual emergería una sociedad con mayoría de pobres, tal como acontece con la tragedia de Venezuela. En otras palabras, las grandes empresas serían expropiadas y colectivizadas y las clases medias uniformizadas en la pobreza general que abarcaría a las mayorías, mientras surgirían los nuevos ricos y jerarcas del colectivismo.
Siempre vale recordar que el igualitarismo suele ser la causa principal de todos los totalitarismos y despotismos más tremebundos que ha conocido la humanidad. Hoy, un grupo de activistas comunistas y del eje bolivariano, reclama todo el poder político institucional para sí y, por supuesto, también exige controlar los ahorros y la propiedad que los peruanos han acumulado a través de varias generaciones.
COMENTARIOS