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El día domingo las letras peruanas se volvieron a vestir de luto con la noticia de la muerte de Tulio Mora, uno de los integrantes del movimiento poético Hora Zero (junto a Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz y Enrique Verástegui, entre otros), que en los años setenta renovó radicalmente la poesía peruana. Mora es autor de libros tan importantes como Mitología, Oración frente a un plato de col y especialmente Cementerio general, una obra capital y que acaba de ser reeditada en España por sus 30 años de publicación. También de polémicos libros de ensayo y antologías, casi todos centrados en la producción de Hora Zero. Gravemente enfermo desde hace un año, Mora estaba recibiendo emotivos homenajes, como el que se realizará el 13 de febrero en la Casa de la Literatura Peruana, en el que lamentablemente el poeta ya no estará presente.
Tulio Mora nació el 15 de febrero de 1948, en la ciudad de Huancayo. Su formación escolar la hizo en el Colegio Salesianos de esa ciudad y después se trasladó a Lima a hacer estudios de Letras en la Universidad de San Marcos. En la capital, a finales de los años sesenta, se vinculó inicialmente con los poetas del grupo Estación Reunida, del que llegó a formar parte, junto con José Rosas Ribeyro, Elqui Burgos y Oscar Málaga. Hora Zero surgiría después, y ambos grupos sostuvieron una larga disputa “ideológica” (Estación Reunida era más radicalmente marxista), que acabó con la disolución de Estación Reunida y la integración de Mora a Hora Zero. Desde entonces, y hasta el final de su vida, Mora se volvió el más entusiasta teórico y divulgador de la producción horazeriana, a través de libros como Hora Zero, la última vanguardia latinoamericana de poesía (2000) y Hora Zero: los broches mayores del sonido (2009).
El primer poemario que publicó Mora fue Mitologías (1977), que a la manera del Ulises de Joyce presenta una serie de sucesos, contados con una vocación realista, que transcurren en un solo día. La impronta de la poesía de los setentas (coloquialismos, narratividad, vitalismo) resultaba demasiado evidente en esos poemas. En Oración frente a un plato de col (1985) también hay una gran vocación narrativa, enfocada en las experiencias cotidianas de los peruanos más pobres, una mucho mayor libertad creativa y un mejor trabajo poético. A esos libro le seguirían Zoología prestada (1987) y Cementerio general (1989), reconocido por la crítica como el mejor de los poemarios de Mora. Cementerio general es “una reflexión poética de la historia peruana desde sus protagonistas mismos... que dialogan en el escenario de la muerte sobre las cumbres y miserias de su país”, según se dice en la nota de presentación de la segunda edición del libro.
Los poemas de Cementerio general llevan como título el nombre de algún personaje de nuestra historia (conocido o desconocido), acompañándolo solo con un paréntesis, en el que figuran el año de nacimiento y el año de muerte, a la manera de una lápida. Y en los versos estos personajes hablan en primera persona. Por ejemplo, en “Túpac Amaru (1740-1781) se dice: “Todavía hablan de mí situándome en el centro de la imagen —las cuerdas, los caballos, / mi cuerpo que defiende la unidad intacta /…”. El texto se vuelve así una reflexión crítica sobre la historia peruana, pero siempre centrada en el presente (incluso el hablante se refiere al famoso poema de Alejandro Romualdo). De esa manera, el poemario se convierte en una de las mejores expresiones de la propuesta horazeriana de “poema integral”, que reúne lo narrativo, lo lírico y lo ensayístico. Según el crítico Ricardo González Vigil, “la poesía integral de Mora adopta además la versión de los vencidos y la experiencia de las masas populares, desde una postura cuestionadora”.
Mora continuaría desarrollando su obra con los libros País interior (1994), un poemario más personal, centrado en el tema de la infancia y la memoria; Celebración de la máscara (2006), una interesante aproximación a las celebraciones populares andinas, a sus tradicionales bailes, máscaras y disfraces; y Ángeles detrás de la lluvia (2009), tres extensos poemas dedicados a personalidades del ambiente cultural latinoamericano. Pero sin lugar a dudas será recordado siempre como el autor de Cementerio general, que según el novelista Miguel Gutiérrez "es uno de los grandes libros de la poesía peruana de la segunda mitad del siglo pasado, y sin duda el mejor y más intenso como reflexión histórica sobre la violencia en el Perú".
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