El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Dicen los expertos —y también quienes no lo son— que no hay una sola buena película basada en videojuegos. Quizás por ello el reconocido director Steven Spielberg (Cincinnati, 1946), uno de los más reconocidos directores de la actualidad, asumió el reto y nos entrega en Ready Player One. Comienza el juego (2018) una película centrada en un juego de realidad virtual, y que está basada en el bestseller homónimo de Ernest Cline (quien además es uno de los guionistas del filme). Un refrescante retorno de Spielberg —tras una serie de no muy exitosas películas histórico-políticas, como The post (2017)— a una de sus más productivas vetas: el cine de fantasía y aventuras, centrado en grupos de jóvenes protagonistas, como en E.T., El extraterrestre (1982), Los Goonies (1985), Super 8 (2011) y El buen amigo gigante (2016).
La ficción nos remite al año 2047, en un mundo que ha sido arrasado por diversas tragedias, y en el que la mayor ciudad de Estados Unidos es Columbus (Ohio), que en amplios sectores es casi una favela de remolques apilados unos encima de otros. En esa desagradable realidad, casi todos prefieren pasar su tiempo en OASIS, un apasionante juego de realidad virtual. Eso hace el adolescente Wade Owens, protagonista de esta ficción, quien en OASIS tiene un grupo de amigos: Art3mis, H y Daito, entre otros. Todos ellos (que solo se conocen por sus “avatares”) participan en una búsqueda programada por James Halliday —el difunto creador de OASIS— y cuyo premio es el control del propio juego. Por ese motivo, el actual propietario del juego, Nolan Sorrento, participa en ese concurso, ayudado por un escuadrón, y apelando a todo tipo de recursos prohibidos. Así, lo que la película muestra es el enfrentamiento, tanto en el mundo virtual como el real, de Wade y sus jóvenes amigos contra el poderoso e inescrupuloso Sorrento.
El mayor atractivo de esta ficción son los concursos programados por Halliday en el mundo virtual. El primero de ellos es una espectacular carrera de autos desarrollada en la ciudad de Nueva York, con la intervención de “agentes” sobrenaturales como King Kong. Otro evento destacado tiene lugar en el “universo” de la clásica película de terror El resplandor. Pero en todas estas secuencias resulta demasiado evidente el predominio de los elementos visuales del videojuego sobre los cinematográficos; por ejemplo en el uso de una “cámara flotante”, que se desplaza sin ningún impedimento físico. También el empleo de los colores, y el excesivo dinamismo y violencia. Y este defecto se extiende al desarrollo de los caracteres (todos los personajes son de una sola pieza y sin ningún tipo de evolución) y hasta al de la propia trama.
Hay otro elemento sumamente importante, tanto en la película como en el libro original: las numerosas referencias a la cultura de masas de los años setenta y ochenta. Hay numerosas referencias a películas, canciones y series de televisión de aquellos años, y hasta se recrea la pista de baile de Fiebre de sábado por la noche (y ya se mencionó el tributo a El resplandor), debido a que los enigmas propuestos por Halliday están relacionados con sus propias experiencias juveniles. Spielberg se suma así a la moda de nostalgia ochentera, que ya ha sido bien aprovechada por exitosas ficciones como la serie Stranger Things. Como en el caso de la realidad virtual, es poco lo que este “culto” ochentero aporta a la ficción. Pero a pesar de estos lastres, Spielberg demuestra una vez más que es una especie de Rey Midas del cine, y logra hacer de Ready Player One una buen y entretenida película entretenida, aunque seguramente será más apreciada por los millennials y los jóvenes de las siguientes generaciones.
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