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Repaso a los ganadores del premio de la Academia de Artes y Ciencias
El último domingo se llevó a cabo, en el teatro Dolby de Hollywood (California), la 88° ceremonia de entrega de los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, más conocidos como los Premios Oscar, el reconocimiento anual a lo mejor de la producción cinematográfica norteamericana y mundial. Fue una ceremonia atípica, pues no hubo una película ganadora indiscutida, y además los discursos de los premiados estuvieron cargados de las más diversas denuncias; la más recurrente fue contra el racismo de la propia Academia, pues entre los numerosos aspirantes a los premios (más de 20 categorías, cada una con cinco o más nominados) no hubo una sola persona de raza negra.
Acaso la película ganadora de la noche haya sido El renacido, del director mexicano Alejandro González Iñárritu (Ciudad de México, 1963), que obtuvo los premios a Mejor Director, Mejor Actor Protagónico, Mejor Actor Secundario y Mejor Fotografía. Cada uno de estos premios merece una mención especial: El de Mejor Director, por ejemplo, fue por segundo año consecutivo para González Iñárritu, algo que solo habían logrado antes directores como John Ford y Joseph L. Mankiewicz; es decir, verdaderos hitos de la historia cinematográfica. Además, es el tercer año consecutivo que este premio va a manos de un mexicano, pues en 2014 lo obtuvo Alfonso Cuarón por la película Gravedad.
Por su parte el Oscar a Mejor Actor Protagónico fue uno de los momentos más emotivos de la noche, porque tras varias nominaciones fallidas, por fin le fue otorgado a Leonardo DiCaprio, uno de los actores emblemáticos de nuestro tiempo. Por su parte, el también mexicano Emmanuel Lubezki (1964) obtuvo su tercer Oscar consecutivo por su Dirección de Fotografía, también un merecido reconocimiento a la gran calidad de su trabajo. A pesar de todo ello, El renacido no obtuvo el Oscar a Mejor Película, que fue para En primera plana, del director norteamericano Thomas McCarthy (1966). La única explicación para esta decisión de la Academia es que En primera plana resulta mucho más relevante “socialmente”: una película basada en la historia real de un grupo de periodistas de investigación, que puso en evidencia los numerosos abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos en la ciudad de Boston.
Pero las resonancias polémicas de los premios estuvieron presentes desde el inicio, en el monólogo de apertura del maestro de ceremonias, el comediante afroamericano Chris Rock, que giró en torno al racismo en esta industria. Pero no fue un pesado discurso de “denuncia”, sino un divertido reclamo de igualdad de oportunidades: “No queremos boicotear nada, queremos las mismas oportunidades”, fueron sus palabras finales. Y a lo largo de la noche, casi todos los premiados fueron exponiendo sus propias “denuncias”. Así, Leonardo DiCaprio recibió su tan esperado Oscar llamando la atención acerca del calentamiento global y los fuertes intereses económicos que impiden que la humanidad se ponga a trabajar seriamente en la solución del problema.
Por su parte, el cantante inglés Sam Smith, al recibir el Oscar por la mejor Canción, se refirió a las minorías sexuales: “Estoy aquí esta noche como un orgulloso hombre gay, y espero que algún día todos podamos estar aquí como iguales”. Hubo también denuncias contra el machismo en la industria, contra las violaciones sexuales (Lady Gaga), y hasta el propio González Iñárritu, en su discurso de agradecimiento, hizo alusión al racismo citando unas líneas de su película: “Existe gente a la que no escuchan porque en ellos solo ven el color de la piel. Nos tenemos que liberar de esos prejuicios y lograr que el color de la piel sea algo tan irrelevante como el largo del cabello”.
Así, entre denuncias y pocas sorpresas, se desarrolló la extensa (más de tres horas) ceremonia de premiación. Según Chris Rock, fueron “los Oscar más gruñones”.
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