Mario Benedetti: el poeta de lo cotidiano

Una verdad sumamente incomoda es que la gran literatura casi nunca ha estado al alcance de la mayoría de lectores. Especialmente la poesía. Son muy pocos los grandes poetas que han llegado a tener libros, o al menos algunos poemas, conocidos por el gran público. Una de las pocas excepciones, un escritor de gran prestigio intelectual y además popular, fue el uruguayo Mario Benedetti, autor de una obra poética que le mereció el Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana 1999; y que además –en parte– ha alcanzado una difusión masiva, en versiones musicalizadas por artistas como Joan Manuel Serrat o Daniel Viglietti. Benedetti, cuyo centenario se conmemora hoy, además asumió, con la mayor dignidad, el viejo rol de “escritor conciencia social”, y solía alzar su voz de protesta ante las injusticias que se producían en su país y en el continente, ganándose por ello el respeto y la admiración de todos.

Mario Benedetti Farrugia (hay otros cuatro nombres antes de los apellidos: Orlando Hardy Hamlet Brenno) nació en Paso de los Toros (una ciudad en el departamento de Tacuarembó, Uruguay) el 14 de septiembre de 1920. Poco después su familia se trasladó a Montevideo, donde hizo toda su formación escolar, y donde además comenzó a trabajar, por los problemas económicos de su familia, muy tempranamente. A los 18 años se trasladó a Buenos Aires, ciudad en la que permaneció tres años y donde descubrió su vocación literaria. A su regreso a Montevideo consigue un buen trabajo, funcionario en la Contaduría General de la Nación, lo que le da la oportunidad de desarrollar su vocación, y comienza a publicar colaboraciones (textos de creación y ensayos) en diversas revistas culturales. Y fue así como poco tiempo después se integró al equipo de redacción del semanario Marcha, que reunía a un muy importante grupo de escritores e intelectuales uruguayos de la llamada generación del 45: Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama e Idea Vilariño, entre otros.

Es en esa época que comienza a publicar su obra. Primero fue el poemario La víspera indeleble (1945) y después el libro Esta mañana y otros cuentos de cuentos (1949); luego siguieron un par de libros de narrativa. Pero el verdadero reconocimiento lo alcanzaría algunos años después, con los libros Poemas de la oficina (1956), Montevideanos (cuentos, 1959) y las novelas La tregua (1960) y Gracias por el fuego (1965). Toda esta primera etapa de su obra constituye un retrato realista y sumamente crítico de la vida en el Montevideo de aquellos años, lleno de oficinas y de burócratas. Poco después de esa primera gran cumbre, la obra de Benedetti se haría más “ideológica”, centrada en las propuestas de izquierda, quizá como una reacción a las cruentas dictaduras de derecha que entonces aparecían en todo el continente. En 1973 un golpe de Estado en Uruguay lo llevó a un exilio de doce años, que vivió en España y Cuba.

Benedetti regresó a su patria en 1985, el mismo año en que Joan Manuel Serrat publica su disco El sur también existe, diez canciones hechas a partir de poemas del escritor uruguayo. Y es entonces que el mundo comienza a descubrir esta parte importante de la obra de Benedetti, una poesía simple, escrita en lenguaje cotidiano y coloquial, pero que llega a transmitir las más intensas emociones humanas: el amor, la tristeza, el dolor, la alegría. Hoy muchos de esos poemas están entre los más difundidos y celebrados en las diversas redes sociales. En total Benedetti publicó más de 40 poemarios, una producción sorprendente dentro de este difícil y exigente género literario. A eso suma además siete novelas, una decena de libros de cuentos, más de veinte libros de crítica y ensayo, y una docena de libros de crónicas y trabajos periodísticos. Casi un centenar de títulos, lo que nos habla de un intelectual dedicado en cuerpo y alma a la creación literaria y a la reflexión crítica. A su muerte, el 17 de mayo de 2009, el Gobierno uruguayo decretó duelo nacional, y se despidió a Benedetti con los más altos honores oficiales. Sin dudas, una de las grandes personalidades de la literatura latinoamericana del siglo XX.