El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Cada vez más cerca de cumplir los quinientos años de su fundación, la ciudad de Lima es una amalgama de culturas locales (criollas, andinas, afroperuanas) y globales. La modernidad ya se ha asentado definitivamente, y antes de que el sol aparezca, Lima ya tiene movimiento. En el mercado central los emprendedores ya llegaron a sus puestos listos para una nueva jornada; en la playa Makaha, de Miraflores, los surfistas están preparándose para correr esas olas antes de partir a sus trabajos; en el muelle de Chorrillos los pescadores ya transportan la pesca del día para los incontables puestos de comida que esperan a cientos de comensales hambrientos; en el centro y conos de la capital empiezan a publicarse los afiches fosforescentes que anuncian las presentaciones de las orquestas de música chicha para el fin de semana (e incluso para la noche) y los niños y adolescentes se empiezan a despertar para cumplir con su jornada escolar para luego dedicarse a sus principales pasatiempos, los cuales se basan en el deporte, el arte y la música.
Pasadas las doce del día, Gastón Acurio termina de visitar los diferentes puestos gastronómicos en busca de nuevas ideas y platillos para promover por el mundo, para que él pueda poner manos a la obra y abrir Astrid&Gastón, donde lo esperan cientos de comensales hambrientos, con ansias probar los platillos marinos. Gastón debía estudiar derecho, según su padre, y terminó convirtiéndose en embajador de la cultura culinaria del Perú años después.
En el otro extremo de Lima los paneles publicitarios fosforescentes se han publicado en diferentes puntos del cono norte para promocionar las presentaciones de Bareto, Agua Marina y Cumbia All Stars. Esos afiches tienen como padre a Pedro Rojas, un jaujino que dejó todo en su tierra para venir a estudiar y progresar en la capital, y nunca se imaginó que un pincel, una cartulina y colores con una tonalidad fuerte lo volverían en una pieza fundamental en la cultura y música chicha, la cual tuvo como lugar de nacimiento a nuestra ciudad. Hoy vemos cientos de ellos en toda la urbe y tienen un poderoso sentido de pertenencia para los provincianos que llegaron al centro.
Al sur, en Chorrillos, Susana Baca terminó sus ensayos diarios y se prepara para el siguiente concierto, con su sonrisa, carisma e instrumentalistas, quienes le darán la música de fondo para sus canciones. Esa misma chica chorrillana a quien le negaron el premio a mejor cantante por su piel, y décadas después terminó ganando dos premios Grammy Latino y trabajando como ministra de Cultura.
Finalmente, el centro está repleto de personas, tanto extranjeros como locales, quienes caminan por las plazas y visitan las principales iglesias y museos, los cuales están muy bien cuidados, y cada día que pasa su infraestructura está mejor diseñada para el peatón. Todo esto fue gracias a Alberto Andrade, quien durante su gestión decidió recuperar el centro histórico de Lima, que estaba maltratado, tugurizado y sucio en su totalidad. Hoy en día está para uso público: desde tiendas de ropa, restaurantes, bares, hoteles y espacios públicos como las plazas. Hoy, a diez años de su fallecimiento, estaría muy feliz de saber que su obra sigue en pie y cada día mejor.
Nuestra ciudad ofrece ese híbrido y cruce de culturas que vuelve casi imposible definir a una Lima más única y alegre, volviéndola en hija del arte y la gastronomía. Y eso es gracias a los personajes ilustres que hemos mencionado antes, a quienes les queremos brindar nuestro tributo en este cumpleaños de la capital. El siguiente que entre a la lista de ciudadano de culto estamos seguros que dejará una huella imborrable para mejorar la calidad de vida en nuestra urbe.
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