Editorial Cultura

La visión ideologizada de la presencia europea en América

Nueva edición de S.P.Q.R.

La visión ideologizada de la presencia europea en América
  • 02 de noviembre del 2021

Aquí presentamos los artículos de la segunda edición de la revista S.P.Q.R, en la que se analizan los mensajes anti occidentales del neoindigenismo que habla de supuestos “pueblos originarios”, en contraposición a nuestra herencia hispana. Evidentemente este análisis no se puede desarrollar sin reflexionar sobre la identidad nacional y latinoamericana a partir de las mezclas de las tradiciones de los pueblos prehispánicos y la herencia española.

Debajo de los artículos publicados se podrá descargar el PDF de la última edición de la revista (y de la anterior).

En unas semanas S.P.Q.R. tendrá su propio repositorio.

 

 

POR CECILIA BÁKULA.

Existe actualmente la voluntad clara y evidente de construir e imponer una visión errada, tendenciosa y equivocada de nuestra propia historia, a partir de una narrativa cargada de informaciones equivocadas. Pareciera que se quiere armar, cual andamiaje sin sustento, el concepto de una nueva identidad peruana, basada en una visión equivocada de los propios elementos que encontramos como sustento de esa manera de ser peruana. Es mayoritariamente aceptado que la identidad nacional es una “construcción” que incluye elementos individuales y colectivos; con ellos se establece una sólida síntesis, una sólida realidad que permite que el individuo se apropie de los elementos colectivos que se sustentan en las raíces del pasado, de la historia, y que se enriquece con el aporte de cada individuo. Por lo anterior, todos somos parte y dueños de una serie de tradiciones culturales e históricas que hacen que nos identifiquemos entrañablemente con nuestra nación y nuestra patria; y en esa identificación surge nuestro destino y nuestra misión en ellas.

No obstante, cuando intereses subalternos e ideologías buscan descartar cierta información y crear un discurso que conviene solo a sus pequeños intereses, lo que hacen es robarle a la ciudadanía su justísimo derecho a conocer su historia, y les niega tener herramientas para construir su identidad común y colectiva. Cuando las ideologías pretenden ser la vertiente única de referencia para acercarse al conocimiento del pasado estamos ante un intento grotesco de falsear la verdad. Es decir, una voluntad de imponer ignorancia y desconocimiento; de tratar a los individuos como incapaces de analizar su realidad. Así les mutilan los eslabones de la historia real con los que podrían estructurar su identidad y su visión del mundo, o cosmovisión. 

Es necesario señalar y recalcar que, como en toda empresa humana, a lo largo de los siglos de presencia europea, hubo situaciones de violencia, abuso y explotación, que en nada son motivo de orgullo ni de aprobación, ni por parte de los que llegaron de allende el mar. También hubo situaciones similares en las acciones bélicas, de conquista y sometimiento del poder cusqueño, que pretendía sojuzgar, esclavizar, oprimir y dominar a aquellos pueblos que le ofrecían resistencia. No obstante, la verdad debe ser dicha y es necesario dejar de tener una visión que idealiza a unos y sataniza a otros. Es innegable que desde el Cusco, los incas lograron adelantos técnicos sorprendentes; que trabajaron la piedra con excelencia a nivel de ingeniería y diseño; que fueron capaces de implementar sistemas de andenes para una agricultura sostenida y diversa. Y que sobresalieron por el titánico esfuerzo de llevar a cabo una red vial que les facilitara la comunicación y, por lo tanto, el control en todo el vasto territorio en el que estaban los pueblos bajo su égida militar y religiosa. En ese proceso hubo también excesos, delaciones, traiciones, muertes y abusos.

Pero, pretender que se crea que en la historia de un pueblo solo existieron días soleados y jamás una larga y tenebrosa noche es absurdo, tendencioso y puede llegar a consecuencias de mucho peligro. Desarrollar una extensa Leyenda Negra sobre la presencia española en América implica, pues, la existencia de una voluntad expresa de relatar o reconstruir la visión de hechos históricos, dándoles una lectura errada, tendenciosa y negativa. No hay que negar los excesos ni las atrocidades que pudieron cometerse, pero tampoco hay que exagerar una visión en extremo negativa para unos y falsamente de excelencia para otros.

No es posible dejar de reconocer que hay una narrativa facilista y tendenciosa, ideologizada y falsa, que busca mostrarnos que el llamado encuentro de dos mundos, pretendió y significó el aniquilamiento del mundo inca cusqueño. No se menciona que para ese momento el imperio inca pasaba por uno de sus momentos de mayor crisis, al haberse desatado una pugna a muerte y un enfrentamiento militar, de lealtades y de origen, entre quienes se sentían con derecho omnímodo a ejercer el dominio: Huáscar y Atahualpa.

No obstante ese panorama ya crítico, es indispensable referir que la presencia española y europea en América solo se pudo y debió justificar a partir de la importante bula “inter caetera” suscrita por el Pontífice Alejandro VI del 4 de mayo de 1493, que señala expresamente: “... haciendo uso de la plenitud de la potestad apostólica y con la autoridad de Dios omnipotente que detentamos en la tierra..., os donamos concedemos y asignamos perpetuamente, a vosotros y a vuestros herederos y sucesores en los reinos de Castilla y León, todas y cada una de las islas y tierras descubiertas y desconocidas ... Os mandamos en virtud de santa obediencia que haciendo todas las debidas diligencias del caso, destinéis a dichas tierras e islas varones probos y temerosos de Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes....” Similar orientación se puede leer en la Capitulación de Toledo de julio de 1529.

Con esto se debe abrir una ventana a una nueva comprensión de ese encuentro entre dos mundos, que no tuvo la finalidad de la explotación como único objetivo, sino que buscaba la aculturación. Al momento de darse esta bula, el mundo europeo vivía el esplendor de los primeros años del Renacimiento y nadie se atrevería a decir que esos logros culturales no deberían ser difundidos, compartidos y trasmitidos, en tanto el Renacimiento se sustenta en el humanismo a ultranza.

No dudo que entre los recién llegados hubiera muchos que vieron formas fáciles de adquirir poder, de usurpar derechos locales, de aniquilar y, seguramente, de imponer y no tanto compartir. Será por ello que, siglos después, el proceso emancipador se hace tan difícil por existir, tanto entre nativos como entre criollos, más intereses personales que defender que un espíritu de cuerpo contra España. Quizá esa lasitud, actitud acomodaticia y pasividad, es la peor herencia de ese encuentro cultural, porque vemos las consecuencias hoy en día. 

Del mismo modo se han tejido versiones orientadas a señalar que el idioma vernacular fue proscrito. Se olvida, culposa y voluntariamente, que en nuestro virreinato, el más importante del Nuevo Mundo, en la Universidad de Lima (hoy Universidad de San Marcos), la más antigua de América, se estableció en 1596 una cátedra de quechua, entendida como la «lengua franca» del mundo andino. Desde entonces no fue posible que sacerdote alguno fuera ordenado si no daba una prueba de eficiencia en el manejo oral y escrito del quechua, lengua en la que se evangelizó y a través de la cual se pudo comprender la cosmovisión andina. De esa manera se difundió, entre otros libros similares, la denominada “Gramática quichua” que había sido escrita por Fr. Domingo de Santo Tomás.

Se desconoce, por ejemplo, que el gran Toribio de Mogrovejo aprendió quechua y aimara, y obligó a que la evangelización, es decir la comunicación entre y con los nativos, se diera en sus propias lenguas. Y durante los veinticinco años de su episcopado desarrolló un compromiso radical para con su pueblo y con la naciente sociedad cristiana andina y americana, que fue evangelizada utilizando catecismos en sus propios idiomas locales.

Desde el siglo XVI y hasta hoy en día, el peruano no es inca, ni oriental, ni afrodescendiente ni europeo. Somos peruanos, y en esa diversidad está nuestra riqueza. Acabar con los mitos y propiciar el conocimiento de una historia cierta y veraz es indispensable para evitar un mayor distanciamiento y polarización, que solo benefician a quienes pretenden imponer una ideología que nos aleja del futuro en unión y respeto que todos queremos y merecemos.

  • 02 de noviembre del 2021

NOTICIAS RELACIONADAS >

Arturo Valverde y su plan para secuestrar a Ribeyro

Editorial Cultura

Arturo Valverde y su plan para secuestrar a Ribeyro

  Como parte de sus celebraciones por el mes de las Letras, La C...

22 de abril
Immanuel Kant y su perdurable legado a la filosofía occidental

Editorial Cultura

Immanuel Kant y su perdurable legado a la filosofía occidental

  El año 2024 marca el tricentenario de Immanuel Kant, un...

22 de abril
Los 60 años de Patricia de Souza

Editorial Cultura

Los 60 años de Patricia de Souza

  Autora de una docena de novelas, Patricia de Souza fue, sin lu...

10 de abril

COMENTARIOS