El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Las biografías de los grandes personalidades suelen iniciarse con su nacimiento, y se centran en sus experiencias personales y en su formación profesional. De manera muy diferente proceden las grandes novelas, que suelen empezar con los ancestros de los protagonistas, generalmente los abuelos, para dar una idea más clara de los orígenes y del contexto socio-histórico de los personajes. Y esto último es precisamente lo que se hace en el libro Rastros familiares. José María Eguren, orígenes y trayectoria de la familia Eguren en el Perú (2021), en el que la historiadora Isabel Cristina López Eguren, sobrina bisnieta del poeta, tras una larga y minuciosa investigación, relata dos siglos de historia de la familia Eguren.
El libro retrata a más de cuatro generaciones de la familia Eguren, y se inicia con la llegada al Perú del vizcaíno Andrés de Eguren, en el año 1810, durante el mandato del Virrey Abascal. Don Andrés llegó recomendado nada menos que por Joaquín de la Pezuela (quien después también sería virrey del Perú) para que se haga cargo de la administración de una factoría de tabaco en Chachapoyas. Su eficiente labor hizo que se quedara por mucho tiempo en ese lugar, donde se casó con Josefa Cáceda, con quien tuvo 13 hijos. De esa primera generación peruana de la familia Eguren, la autora del libro se enfoca especialmente en los hermanos Baltazar y José María (el padre del poeta).
Por supuesto, el capítulo central del libro está dedicado a la vida del poeta, y se inicia con la llegada de José María (el padre) a Lima (desde su Chachapoyas natal) y su posterior matrimonio con Eulalia Rodríguez, en la Iglesia de San Marcelo, en el centro histórico de la ciudad. La pareja tuvo once hijos, el último de los cuales fue el poeta, nacido el 8 de julio de 1874 (aunque en muchas biografías se dé otra fecha). Se narra la infancia del poeta, pasada en la hacienda Chuquitanta, una propiedad de la familia ubicada en las afueras de Lima (en lo que hoy es el distrito de San Martín de Porres). “En el fundo Chuquitanta el bardo pasó importantes años de su vida, durante gran parte de su niñez y juventud. Privilegió el medio en el cual surgieron los grandes motivos de su inspiración poética, producto del contacto con la naturaleza y la sensibilidad que provocó en él, sobre todo en lo referente al desarrollo de su obra literaria” (p. 106).
Posteriormente, entre los años 1900 y 1928, el poeta vivió en el balneario de Barranco, en la plazuela de San Francisco, en la calle Colón 201. Y hacia el final de su vida, vivió en el centro de Lima en el jirón Quilca 459. Aunque se le suele presentar como una persona tímida y solitaria, tenía muchos amigos: “El círculo más cercano de amigos del poeta se reunía en su casa los domingos en la tarde para la tertulia semanal. Dicho grupo estaba conformado por grandes intelectuales como Abraham Valdelomar, Pedro S. Zulen, Jorge Basadre, José Santos Chocano, Manuel González Prada, Víctor R. Haya de la Torre…” (p. 109). Pero especialmente se destaca la muy estrecha amistad que tuvo con José Carlos Mariátegui, quien le dedicaría uno de sus más brillantes ensayos. Se presenta además mucha información acerca de las lecturas del poeta (especialmente literatura europea muy diversa) que con toda seguridad influyó en su propia obra.
La saga abarca también a la siguiente generación de la familia Eguren; y a la subsiguiente a la que pertenece la autora. El libro además contiene secciones de anexos, fuentes documentales, bibliografía y abundante material gráfico, tanto retratos familiares como las fotografías que el propio poeta tomaba. Sin lugar a dudas, se trata de una excelente investigación que deberán consultar quienes quieran aproximarse a la vida del gran José María Eguren.
COMENTARIOS