El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Todos los que hemos nacido en la década de los noventa del siglo pasado —es decir, los últimos millennials y primeros centennials— hemos visitado al menos una vez el emblemático Parque de las Leyendas. Ya sea con nuestros padres, abuelos o con nuestro colegio, en visitas instructivas, todos los niños se ilusionaban al momento de cruzar la puerta de entrada y poder observar a esos animales que solo veíamos en nuestras caricaturas preferidas o en los documentales de televisión.
El Parque en sí ha cambiado mucho desde que Felipe Benavides Barreda lo inaugurase, ya que se han añadido muchas más atracciones: desde el juego de la minería y la pampa galera en la Sierra, el Museo del Petróleo y el felinario en la zona internacional, hasta la laguna recreativa y el acceso las huacas en la costa. Lo que más llama la atención de los visitantes es el ingreso a la selva, caracterizado por un túnel, la presencia de flora típica de la región y un camino hecho a base de arcilla, simulando al río Amazonas. Así se juega con la percepción de los visitantes, haciéndolos que están en la misma jungla, y sin salir de Lima.
Y eso no es más que el principio, ya que la exposición de fauna es incontable, iniciando con felinos de la talla del mangay o la pantera negra, para pasar luego a mamíferos como el majaz o el oso de anteojos, la gran colección de aves (con el gallito de las rocas como principal protagonista) y los reptiles, encabezados por especies como el caimán. Este último es llamado con eufóricos gritos por los más pequeños, pero el calor que hay en la capital hace que el reptil prefiera quedarse dentro de su laguna. Lo mismo ocurre en el felinario: el león está durmiendo en la sombra, el tigre de bengala se queda quieto al igual que el otorongo. “¡León, león!”, grita un niño entusiasmado y con el fin de que el animal realice su grito clásico; sin embargo, durante nuestra visita no llega a ocurrir.
Lo que sí planeamos es una visita al Museo del Petróleo, inicialmente para aprovechar el aire acondicionado dentro del lugar; pero al salir del Museo nos fuimos con una instrucción magnífica sobre la historia del petróleo, qué combustibles se pueden obtener de él, los principales pozos petroleros del país y su influencia en el desarrollo del Perú.
Desde 1982 la administración del Parque está en manos de la Municipalidad de Lima. Y si bien hace unos cuantos años ha tenido problemas de gestión, se mantiene aún como el principal espacio público que posee el país, con una superficie de más de 90 hectáreas y el crecimiento de las zonas de camping para las familias. A eso se suma el jardín botánico, al costado de la laguna artificial, que fue inaugurado en el año 2001 y que reúne a más de 1,500 especies, las cuales juntas constituyen un laberinto natural que se convierte en un lugar ideal para los amantes de la ecología. Y sobre todo para parejas que quieran vivir una especie de cuentos de hadas.
Hoy en día, como todo espacio público, el Parque tiene sus pros y contras. Por un lado, la cantidad de visitantes no parece ser un problema, ya que tanto en los días de semana como sábados y domingos está repleto de familias que recorren el lugar. La municipalidad, consciente de ello, ha decidido ampliar los comedores y puestos de campamento. Lamentablemente, esto le resta importancia al zoológico, inaugurado por Belaunde hace 55 años, puesto que el parque en sí está empezando a volverse en la atracción principal, dejando al zoológico como un complemento del espacio público.
Tanto la zona costa como la zona sierra están, poco a poco, dejando su esencia de lado para abrir mayor paso a zonas de camping, restaurantes, y juegos inflables y saltarines para niños. Sabemos que los cambios son inevitables, pero habría que rediseñar el concepto.
Horarios de atención: 09:00 a 17:00 (incluye feriados)
Venta hasta las 16:30
Precios:
S/ 14 para personas de 12 a 60 años
S/ 8 para niños de de 3 a 12
Entrada libre para niños hasta los 2 años de edad y para adultos mayores de 60 años.
No hay descuentos para universitarios.
COMENTARIOS