El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Esta semana se cumplieron los 26 años de la captura de Abimael Guzmán, el líder del sangriento movimiento Sendero Luminoso, realizada el 12 de septiembre de 1992, en una casa del distrito limeño de Surco. El suceso fue tan importante que marcó un punto de inflexión en la historia del país y de todos sus habitantes, que comenzamos a ver la luz después de una larga etapa de oscuridad y violencia. Y por supuesto, el cine no ha sido ajeno a la trascendencia de este suceso, que ya ha sido tema central de dos películas: Pasos de baile (The dancer upstairs, 2002) dirigida por John Malkovich y protagonizada por Javier Bardem (dos estrellas cinematográficas de talla mundial); y la peruana La hora final (2017) dirigida por Eduardo Mendoza de Echave y protagonizada por Pietro Sibille, y que actualmente puede ser vista en la plataforma Netflix.
La película The dancer upstairs está basada no tanto en la realidad como en la novela homónima del británico Nicholas Shakespeare, quien también es guionista del film. Es la historia del teniente de policía Agustín Rejas (interpretado por Bardem), el jefe del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Policía, encargado de la búsqueda del Presidente Ezequiel, misterioso jefe de un grupo terrorista. Es divertido ver cómo en la trama, que se desarrolla en unos pocos meses, se han incluido sucesos que abarcan más de una década de historia peruana, desde los perros colgados en los postes hasta la propia captura. Una muestra de esa “concentración” es que la hija de Rejas resulte alumna de la academia de danza en cuyo local se escondía Ezequiel, y que el propio Rejas sostenga un romance con la profesora de su hija. La película fue filmada en Portugal, España y Ecuador, pero no en Perú. Fue la primera experiencia como director de John Malkovich, y también la última. Eso nos exime de comentar los múltiples defectos del filme.
Mucho más cerca de los sucesos históricos está La hora final. Esta vez el protagonista no es el jefe del GEIN (personaje inspirado en Benedicto Jiménez, aquí interpretado por el actor Toño Vega), sino dos de sus subalternos, Carlos Zambrano y Gabriela Coronado (los actores Pietro Sibille y Nidia Bermejo) quienes se hacen pasar por una pareja de enamorados que frecuenta el barrio donde se sospecha que está oculto Guzmán. Las historias de estos personajes de alguna manera representan a la compleja problemática del país de entonces; desde el sacrificio por el futuro del país (el hijo de Carlos) hasta el carácter fratricida del enfrentamiento (Gabriela tiene un hermano senderista, al que no llega a denunciar). Muchos de los detalles reales de la captura (la detallada revisión de la basura de las casas, el video de “Zorba el Griego”, la información proporcionada por un vigilante), han sido correctamente integrados a la trama.
La crítica local fue bastante dura con La hora final, especialmente porque se esperaba mucho de su director, Mendoza de Echave, después de su muy buena El evangelio de la carne (2013). Lo que más se señaló es que se desperdiciaba la historia, que pudo haber sido un excelente thriller político, y que las tramas secundarias (como el enfrentamiento entre la inteligencia de la Policía y del Ejército) no llegaban a integrarse del todo a la narración principal. Pero una vez pasada la polémica, resulta más claro que la opción del director fue más que nada la recreación fidedigna del largo trabajo de inteligencia que llevó a la captura. Y que más que la intriga y la sorpresa, prefirió el desarrollo dramático de los personajes. Hay innegablemente algunos problemas de guion y de realización, pero La hora final cumple plenamente su cometido: emocionarnos rememorando uno de los momentos más importantes de la historia reciente del Perú.
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