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Tocado por el espíritu de la poesía, Juan Ochoa López dedicó toda su vida a escribir, ya sea cuentos, novelas, ensayos y, por supuesto, poemas. Pero lo que lo convirtió en un personaje admirado y querido por muchos fue su extensa labor periodística, que inició en los años ochenta en el diario Expreso. Ahí comenzó a publicar sus valiosas crónicas, que continuaría entregándonos a través de la revista Rumbos y el semanario Minas y Petróleo, para después convertirse en conductor del programa de televisión Reportaje al Perú de IRTP (canal 7). Lamentablemente, Juan Ochoa murió el día de ayer, víctima del coronavirus, de la manera más lamentable: en una silla de ruedas en el Hospital de Villa El Salvador, a donde había sido inexplicablemente trasladado desde el Hospital de la Villa Olímpica.
Juan nació en Lima, el 20 de noviembre de l965, en el seno de una familia muy vinculada a la literatura (su madre era prima hermana de José María Arguedas). Su evidente talento verbal lo llevó pronto a la escritura, primero a través del periodismo. Hacia fines de la difícil década de los ochenta migró a Chile, huyendo de la crisis económica y del terrorismo; allá también ejerció el periodismo, en Radio Cooperativa, como redactor y locutor. Fue en el vecino país sureño que consiguió su primer galardón literario: el Premio de Ensayo sobre Gabriela Mistral (1989) otorgado por el Gobierno de Chile. A su retorno al Perú continuaría cosechando reconocimientos: el Premio de Cuentos por la Paz (Lima, 1992), el Premio Iberoamericano de Ensayo por el Bicentenario de Independencia de Cartagena de Indias (Colombia, 2011) y el Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro (2013, organizado por el BCR), con el libro El amor empieza en la carne.
Esa novela es, sin lugar a dudas, la obra más importante de Juan Ochoa. En ella se conjugan su vocación narrativa y su gran amor por la Amazonía peruana, que recorrió numerosas veces. Fruto de esos viajes fue el cuento “Ewankaro Kashiri” (Niña Luna), que formó parte de una antología de “Cuento contemporáneo” publicada en Madrid, en el 2009. En El amor empieza en la carne, desarrolla una historia que había publicado previamente en el cuento “Lupuna”, la de un triángulo amoroso: la hermosa Erlita Panaifo, su esposo Eutaquio (ambos originarios de la selva, aunque él mucho mayor que ella) y Juan, un joven limeño. “Para fortuna de los amantes, Eustaquio muere; sin embargo, la muerte en esos lugares no es definitiva, y entonces se desata un conflicto entre el muerto y los amantes vivos… el conflicto se enfrenta y se soluciona con la propia magia del lugar, extrayendo valiosas enseñanzas de las tradiciones ancestrales” resume la trama de la novela Richard Primo.
Otro aspecto importante de la personalidad de Juan Ochoa fue su pasión por el fútbol, que lo llevó a crear un blog dedicado a la selección peruana de ese deporte. Y uno de sus artículos más famosos fue publicado por el diario Ojo, a propósito de la semifinal disputada entre Perú y Chile en la última Copa América: “El Chile faite de Arturo Vidal”. En ese texto, según señaló escandalizada la prensa chilena, “se despedaza a Arturo Vidal, una de las principales figuras de la Roja”. Se extrañarán la pasión y el talento que ponía siempre Juan Ochoa en sus textos, ya fuera artículos periodísticos, cuentos o crónicas. “Hoy descansa en paz, Juancito, y vuela a la luz del firmamento. Cuando pase la pandemia sembraremos tus cenizas con un árbol, tal vez el hipnótico floripondio y sus flores blancas de formas campaniles, que revelan secretos escondidos…”, ha escrito, como emotiva despedida, su amigo Jacques Bartra.
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