José Miguel Oviedo: pasión por la crítica

A lo largo de más de medio siglo, José Miguel Oviedo (fallecido ayer, en la ciudad de Filadelfia), ejerció con acierto la crítica literaria en sus más diversas versiones, desde la periodística (durante quince años en el diario El Comercio) hasta la académica, en sus versiones más abarcadoras, como en su ambiciosa Historia de la literatura latinoamericana (cuatro tomos publicados entre 1945 y 2000). Y en el camino, dejó algunos libros que son considerados hitos de la crítica literaria peruana, como El vocabulario romántico de Carlos A Salaverry (1961), Genio y figura de Ricardo Palma (1964), Mario Vargas Llosa: la invención de una realidad (1970), Estos 13 (1973, antología de los poetas de la generación del setenta) o su Antología críttica del cuento hispanoamericano (dos tomos, 1989-1992). 

Como contó en su libro de memorias Una locura razonable. Memorias de un crítico literario (2014), José Miguel Oviedo nació en Lima, en 1934, e hizo sus estudios escolares en el colegio La Salle (en el distrito de Breña) donde fue compañero de carpeta de Mario Vargas Llosa en los primeros años de secundaria. En Una locura... hay incluso algunas anécdotas sobre cómo ambos se escapaban de la pedofilia de algunos de sus profesores. Posteriormente Oviedo haría estudios de Humanidades en la Universidad Católica, donde obtendría un Doctorado en Literatura en 1961. Concluidos sus estudios comenzó a ejercer la docencia en esa misma universidad, a la vez que formaba parte del “grupo de los sábados”, integrado por Sebastián Salazar Bondy (diez años mayor que él), MVLL, Abelardo Oquendo y Luis Loayza. Posteriormente se sumarían al grupo Fernando de Szyszlo y Blanca Varela.

En aquellos años Oviedo también inició su etapa “periodística”, primero con una columna de crítica literaria y después como director de la sección literaria del suplemento El Dominical del diario El Comercio. En los años setenta, fue nombrado director del Instituto Nacional de Cultura, y desde ese cargo tomaría contacto con todo tipo de escritores e intelectuales, lo que se incrementaría con sus viajes al extranjero (en 1972 se le otorgó la prestigiosa beca Guggenheim). Gracias a ello mantuvo amistad con personalidades como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Octavio Paz, Ernesto Cardenal y muchos otros. Todos ellos desfilan, por eso, con interesantes y poco conocidas anécdotas en el libro de memorias de Oviedo.

Desde finales de los años setenta, Oviedo radicó en Estados Unidos, trabajando en diferentes instituciones académicas, pero especialmente en la Universidad de Pensilvania, donde desarrolló buena parte de su producción como crítico, enfocada en los procesos históricos de la literatura latinoamericana, con libros como La edad de oro. Crónicas y testimonios de la conquista (1986), Breve historia del ensayo hispanoamericano (1991), y los ya mencionadas Historia de la literatura latinoamericana y Antología crítica del cuento hispanoamericano.

Además de la crítica y el ensayo, Oviedo incursionó también en la narrativa y fue autor de cuatro buenos libros de cuentos, publicados entre 1987 y 1998. Entre ellos destaca Cuaderno imaginario (1996), en el que los recuerdos personales se combinan acertadamente con elementos fantásticos y oníricos.