Historia de un matrimonio

Tras presentarse exitosamente en una serie de festivales internacionales –que incluye a los prestigiosos festivales de Venecia y de Nueva York), la película Historia de un matrimonio (Marriage Story, 2019), un drama sobre la separación de un joven matrimonio y el juicio por la tenencia del hijo de ambos, fue estrenada en nuestro medio por Netflix. Pocos días después se anunciaron las múltiples nominaciones (nada menos que seis) de esta película a los premios Globos de Oro. Sus dos protagonistas –Scarlett Johansson y Adam Driver– y Noah Baumbach (director y guionista) figuran entre esos nominados. Por ello, Historia de un matrimonio se ha vuelto “viral” y está recibiendo numerosos comentarios, la mayoría de ellos sumamente elogiosos. Se trata, sin duda, de la película del momento, y una de las más importantes de este año.

Esta historia comienza de una manera engañosa, con la voz en off de Charlie (el personaje interpretado por Driver), un reconocido director teatral neoyorquino, contándonos todas las razones por las que ama a su esposa Nicole (Johansson), una actriz de su compañía teatral. La romántica secuencia cambia totalmente de sentido cuando nos enteramos que este discurso es solo parte de una terapia a la que ha recurrido la pareja para que la separación no sea tan dolorosa. En general todo el primer tercio de la película se mantiene en ese tono, más de una buena comedia romántica que de un drama familiar, mostrándonos los aspectos positivos de la relación: lo bien que se llevaban ambos esposos con el hijo (de ocho años de edad), con los amigos y con la familia de ella. Todo ello salpicado con pequeños detalles de la separación, que le dan un toque de humor irónico, en la línea de las películas de Woody Allen; como en la extensa secuencia de la entrega de la notificación del inicio del juicio de divorcio. 

Muy diferente es la segunda parte de la película, centrada en el propio juicio, y en la que el protagonismo pasa de alguna manera a los abogados, interpretados por actores muy respetados: Laura Dern (Terciopelo azul, Jurassic Park, Star Wars), Alan Alda (MASH y muchas películas de Allen) y Ray Liotta (inolvidable protagonista de Buenos muchachos) quienes, para ganar el juicio, llevan hasta lo absurdo y disparatado las diferencias y problemas entre Charlie y Nicole. Por último, en el tercio final, la película llega por fin al drama, y podemos comprobar que la separación afecta más a Charlie, quien se quedó excluido de la familia. Lo vemos especialmente vulnerable, quebrándose y hasta literalmente sangrando, en la extraña secuencia de la visita de la supervisora judicial al departamento en el que lo visitará su hijo.

Así, con tres partes tan claramente diferenciadas, una duración de más dos horas y algunas secuencias demasiado “teatrales” (largos diálogos o monólogos), la película corre constantemente el riesgo de perder la atención de los espectadores. Pero eso no sucede principalmente por las muy buenas actuaciones de todo el reparto; empezando, por supuesto con la pareja de protagonistas. Adam Driver (San Diego, EE.UU, 1983) es uno de los actores más reconocidos de su generación y en esta oportunidad nos demuestra por qué, especialmente ese tercio final de la película. Y Scarlett Johansson (Nueva York, 1984) nos sorprende con la mejor actuación de toda su carrera, llena de matices emotivos. También está muy bien Laura Dern, nominada por esta película a un Globo de Oro.

Pero sin lugar a dudas el mayor mérito está en el propio guion de Noah Baumbach (Nueva York, 1969), cineasta con una ya larga trayectoria, quien ya es considerado un especialista en dramas familiares. En esta oportunidad ha puesto en juego muchas de sus experiencias personales (su matrimonio y posterior separación de la actriz Jennifer Jason Leigh), lo que le ha permitido presentar las situaciones y personajes de una manera realista, con sus complejidades y contradicciones. Además nos muestra esas complejidades a través de secuencias y diálogos aparentemente ligeros y jocosos, pero que seguramente quedarán en la mente de los espectadores. Como el irónico discurso de la abogada acerca de que las mujeres están obligadas a ser madres “perfectas” (bajo el modelo de la Virgen María), o la ya mencionada secuencia en que Charlie se hiere el brazo accidentalmente.